Capítulo 50 - Puertas que se abren

172 32 11
                                    

Las semanas que siguieron al regreso de Kara al hospital trajeron una rutina necesaria, pero con cada jornada, ella podía sentir cómo la carga emocional empezaba a disiparse. Los pacientes, los expedientes, las conversaciones y los momentos de tensión eran un recordatorio constante de la responsabilidad que había decidido retomar, pero también de la importancia de cuidar de sí misma.

Durante una de las sesiones con Lex, Kara notó un cambio significativo en su apariencia. Aunque todavía le costaba hablar de su pasado, se atrevía a hacer contacto visual y comenzaba a tomar la iniciativa en los ejercicios de respiración. Kara lo observará con orgullo y alivio. Era evidente que, poco a poco, Lex estaba encontrando su voz.

—Lex, has hecho un gran progreso— le dijo una tarde, después de practicar una técnica de relajación. Él la miró, con los ojos menos opacos que en los primeros días.

—No pensé... que llegaría tan lejos— confesó.

—Es el resultado de tu esfuerzo— respondió Kara con una sonrisa. —¿Te parece si planeamos una actividad aquí en el hospital?

Lex mostró duda, pero tampoco asintió.

—Quiero que compartas con otros pacientes. Sé que te gusta leer y pintar, eso podría ayudar a que interactúes con otros. ¿Qué te parece una sesión grupal de arte libre, lectura o manualidades?

Lex continuó en silencio, así que la doctora dejó de insistir.

—Bien, no te presionaré. ¿Quieres algún otro libro? Podría ir...

—¿De verdad cree... que eso podría ayudarme?

—Sí, lo creo, Lex. Pero está en ti si es lo que quieres.

—Bien...

Kara se levantó de la silla con una sensación renovada de propósito. La idea de planear una actividad grupal con Lex y los pacientes la llenaba de emoción. Y más aún porque Lillian estaría allí. Cuando le comentó sobre la actividad, Lillian se apresuró a decir que le gustaría ayudar. Era un paso pequeño hacia la normalidad y la conexión humana que tanto valoraba.

La doctora se despidió de Lex y salió rápidamente hacia el ala administrativa. Hablaría con la directora sobre la idea de la actividad. Esta vez no tocó la puerta de la oficina de su superior y se encontró con la enfermera Danvers sentada en el regazo de la directora, ambas besándose.

Kara retrocedió un paso, cerrando la puerta con rapidez al darse cuenta de lo que acababa de interrumpir. Su mente se quedó en blanco por un instante, el impacto de la escena era demasiado para procesarlo de inmediato. ¿La directora y la enfermera Danvers? No había esperado encontrarse con algo así y mucho menos en la oficina de la directora.

Dentro de la oficina, la sorpresa fue evidente. La directora, aún con las mejillas enrojecidas, se apresuró a recomponerse, mientras la enfermera Danvers se apartaba con rapidez, con ojos muy abiertos, llenos de sorpresa y vergüenza. Ninguna de las dos parecía saber qué decir o cómo reaccionar y el silencio se apoderó del lugar. No sabían con exactitud quien las había interrumpido.

Kara, desde el otro lado de la puerta, respiró hondo y decidió que no tenía sentido quedarse allí parada como una estatua. Se giró para alejarse, pero justo en ese momento, la puerta volvió a abrirse y Sam salió rápidamente, cerrando detrás de ella.

—Dra. Zor-El— dijo la directora, con un tono que intentaba ser firme, pero que aún sonaba algo nervioso. —Lamento... que hayas visto eso.

Kara levantó una mano, impidiendo el contacto visual directo. —No se preocupe, Dra. Arias. No vi nada, no me di cuenta... quiero decir, no quise interrumpir.

𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora