C 34: Reconquistarte

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Capítulo 34: Reconquistarte

El amor se reconquista una y otra vez, no debes dejarlo perder solo porque ya lo tienes.
—Anónimo.

•Daphne

Cuando Axel y la pequeña niña llegaron, me quedé totalmente sorprendida. Pues la niña se parece más a mi, que a su madre; no tiene nada de Olivia, ni siquiera los rasgos físicos.

Es rubia, de ojos azules, tiene el rostro armonioso, nariz fina, ojos grandes y pestañas largas.

Lo primero que Axel me dijo cuando vio como me quedé viéndola, fue:

—Lo sé, no tiene nada de ella—me susurra para que la niña no escuche—y hay otro detalle.

—¿Cuál?

—No es mi hija—suelta sin tapujos.

Me quedo helada. Abro tanto los ojos que llega a doler.

—¡¿Cómo que no es tu hija?!—grito en voz baja; a pesar de saber la respuesta y de haber visto la nena, pregunto.

—Creo que es muy obvio, no tiene nada mío, ni siquiera las cejas.

Dudo un momento antes de hacerle la pregunta que hormiguea en mi garganta, pero al final la hago.

—¿Y porque si no es tuya, no la dejaste con su madre?—cuestiono.

Él sonríe triste.

—Porque a pesar de todo lo que su madre nos hizo, Dahlia no tiene la culpa—dirige su vista hacia la niña, ahora sentada en el regazo de mi madre—... y también porque la quiero como si fuera mía.

—Comprendo—tomo su mano y la acaricio—Pueden quedarse todo el tiempo que quieran.

El se suelta de mi agarre y me toma por la cintura para pegarme a él.

—Mejor vente a vivir con nosotros, en tu casa—propone—Porque te lo vuelvo a repetir, la casa la compré para ti.

—Al igual que el Mercedes, ¿cierto?—entrecierro los ojos.

—Si, yo lo compré para ti.

—¿Por qué? Tú y yo no éramos nada en ese entonces, ni siquiera hablábamos.

—Porque no iba a permitir que condujeras un auto usado y viejo.

—Pero si era precioso.

—Puede—ladea la cabeza—Pero usted, princesa, se merece lo mejor... y eso pienso darle.

De un momento a otro, el tema de Dahlia y la madre fatal que le tocó, pasó a segundo plano totalmente. Solo éramos nosotros dos en nuestra burbuja, nosotros dos envueltos en un magnetismo y una química que jamás perdimos.

De eso me di cuenta mientras él me hacía el amor.

Porque lo que hicimos Axel y yo, no fue follar, no; follar es más un acto carnal, sexual, sin sentimientos. Y aunque él dijo sus palabras sucias, en ese momento me sentí amada y deseada por la persona correcta, me sentí bien porque estaba con la persona que amo y que estoy segura que no dejaré de amar.

Amándote a Escondidas © | En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora