Especial 100K

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Pequeña nota aquí: Este es un regalo para ustedes porque llegamos a las 100k de visitas. Estoy feliz con esto, muchas gracias a todas las que se tomaron el tiempo para leer mi libro.

🦋🦋🦋

Daphne

Nunca me imaginé cómo me vería de casada, pero debo admitir que con Axel a mi lado, es una cosa preciosa, será una etapa digna de vivir tranquila al lado de mi marido, de Dahlia y de nuestra pequeña niña, que ahora reposa en la cuna de su habitación. 

Hace seis meses que Axel y yo nos casamos.

—Buenas noches, mi amor—Axel entra en la habitación, deshaciéndose de su corbata.

Se ve tan caliente haciéndolo; Axel se recuesta a mi lado y comienza a besarme el cuello.

—Veo que aún te gusta besarme el cuello—jadeo.

—Nunca ha dejado de gustarme—succiona mi piel, dejando un ardor incesante en ella—Todo lo que tiene que ver contigo me gusta.

—Que romántico, señor Hudson.

—Puedo decir lo mismo de usted, señora Hudson; el embarazo y el ser madre le ha sentado bien.

Hace cinco semanas que di a luz a mi pequeña Emilia, y Axel no ha dejado de elogiar lo hermosa que me veo después de dar a luz.

Emilia salió igual a su padre, tal cual yo quería y tanto pedí. Tiene las cejas finas y poco pobladas, como su padre, tiene la nariz pequeña y fina, el pelo negro y los ojos grises.

—¿Donde está la niña?—me pregunta, apartándose de mi cuello.

—En la cuna, está dormida.

—¿Y Dahlia?—pregunta con una sonrisa pícara.

—También está dormida...

Su expresión me lo dice todo, se lo que quiere hacer.

—Entonces... tenemos la noche para nosotros—me sonríe—Aún faltan dos bebés por hacer y no se hacen solos...

El se abalanza sobre mis labios con fiereza, con deseo. Sus manos exploran todo mi cuerpo con ansias, tal cual lo ha hecho siempre; sus toques son tan familiares.

La piel se me eriza por completo, mi clítoris palpita por la anticipación sobre lo que pasará entre él y yo. Sus besos se van esparciendo por mi mentón, con rumbo hacia mi cuello y clavícula.

Sus dedos aún me vuelven loca, eso tan familiares y que ya conocen cada curva de mi cuerpo, cada recóndito lugar de él, cada lunar o imperfección, conocen cada parte de mi, dentro o fuera. Me baja el tiro de la blusa de pijama, besando mi hombro en el proceso; abre mis piernas con una de sus manos libres, acaricia la cara interna de mis muslos, logrando que me estremezca debajo de él.

Su boca se pega a mi pecho y enseguida siento como duelen; se prende tanto de él que la leche materna no tarda en colarse a su boca, pero eso no lo hace detenerse.

—Axel... dejarás a tu hija sin comida—hablo, tan bien como la excitación me lo permite.

—Mmju—responde, deleitado con mi pezón.

Una de sus manos se cuela bajo mis shorts de dormir y comienza a hacer círculos encima de mi entrepierna, por encima de la ropa interior. Siento mi mi centro vibrar, mi cuerpo tiembla y el solo muerde y chupa mis débiles pezones, los cuales se ponen mas duros con cada lamida que da.

El se separa de mi, buscando mis ojos con urgencia, así que lo miro. Sus ojos están negros, sus pupilas dilatadas, su pecho sube y baja con violencia. Su camisa está arrugada y los botones de las mangas, están abiertos. Pongo mis manos en su pecho, abriendo la camisa de un tirón; los botones salen volando y poco después, su camisa está fuera de su cuerpo.

Amándote a Escondidas © | En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora