Capítulo 24: Chantaje
Tengo la teoría de que cuando uno llora, nunca lo hace por lo que llora, si no por todas las cosas que no lloró en su debido momento.
—Mario Benedetti.•Daphne
Hace unos minutos que le dije que se fuera, pero de necio se queda ahí, como si esperara que me retracte, como si espera que corra a sus brazos y lo felicite porque va a ser padre con una mujer que no soy yo.
Va a ser papá y yo no soy la madre de ese bebé.
Mi pecho comienza a doler de una forma que nunca había dolido, mis ojos arden por las lágrimas que quieren salir, mi cuerpo tiembla... y mi corazón, está hecho pedacitos.
Cuando me llegó ese mensaje de Olivia, sentí como se me iba la felicidad del cuerpo, me sentí tan mal que simplemente no reaccioné, solo abrí la puerta y salí, pero no hice nada.
—¿No piensas irte?—mi voz sale entrecortada—Vete Axel, tú hijo y su madre te necesitan.
Suelto un sollozo, mi garganta quema, quiero soltar un grito tan alto, hasta que mi garganta se desgarre por completo.
Levanto mi cabeza de la cama para verificar que no esté en mi habitación, pero ahí está, en el mismo sitio, perdido en sus pensamientos.
—Cariño, tenemos que hablar, las cosas no pueden terminar así entre nosotros, no así—sale de su ensoñación y se acerca a mi.
—Creí haber dejado las cosas muy claras, no quiero que me toques, no te quiero cerca de mi—digo con dureza—vete, no quiero tener que volver a repetirlo.
Vuelvo a mi posición, acostada en mi cama, con las lágrimas fluyendo libremente por mis mejillas.
—Carajo Daphne, yo sería incapaz de hacerte daño, ¿cómo te atreves siquiera a sopesar la idea de que es cierto? ¡Te estoy diciendo que no es verdad!
—¡A mi no me grites!—me levanto de golpe—¡Quien dijo verdades a medias fuiste tú, no yo! ¡No tienes el mínimo derecho a reclamar!
Su rostro se contrae en una mueca de dolor, pero fue tan leve que creí imaginarlo.
—Ya no más Axel, solo ponte a pensar—suavizo la voz—si seguimos juntos, ella no dejará de molestarte, siempre pondrá de excusa tu hijo.
Mis ojos se llenan de lágrimas nuevas.
—Ve y disfruta la vida con ellos, te necesitan más que yo—le resto importancia—yo no valgo tanto la pena como para que renuncies el derecho como padre que tienes.
Una lagrima se escapa de mis ojos, y tras ellas vienen muchas más.
—No, Daphne yo no puedo estar sin ti—declaró desesperado—me siento incompleto si tú no estás conmigo.
—Lo siento, pero no pienso arriesgarme que tener una vida intranquila solo porque tú ex está esperando a tu primogénito.
Cada vez que menciono la parte del bebé, me dan ganas de morirme, me dan ganas de gritar hasta que la garganta se me rompa en dos.
Siento un vacío en mi pecho, es algo que no podría explicar ni siquiera en años, nunca me había sentido así.
Supongo que así se siente el primer amor.
ESTÁS LEYENDO
Amándote a Escondidas © | En edición
RomanceDos adolescentes. Una supuesta rivalidad. Un amor a escondidas. Una chica amorosa y amante a la lectura. Un chico con el ego por el cielo y amante al deporte. Dos mundos completamente distintos. Dos familias, un secreto, una ¿infidelidad? •Daphne y...