C 28: El viaje

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Capítulo 28: El viaje

Que mejor para olvidar que un viaje sin regreso.
—Anónimo.

•Daphne

Han pasado dos días desde que le dije todas esas palabras horribles a Axel, y si hace dos días me sentía mal, hoy me siento peor.

Me siento asquerosa por mentirle de esa manera, pero, yo solo quiero que él intente ser feliz, porque ya sabemos que conmigo no lo será y ambos tenemos que aceptarlo.

—Nos vamos en una hora Daph—Liam mete la cabeza en la abertura de la puerta entreabierta.

Me limito a asentir y él se va por donde vino.

Acepté irme con Liam el mismo día que el, al principio iba a irme después de la graduación, pero mejor si me voy antes, ademas ya le dijeron a mi madre que salí con las mejores calificaciones de mi generación.

Como siempre

Creo que eso de las notas me levantó un poco el ánimo, pero no tanto como para estar saltando de alegría.

—Ya nos vamos, mamá ya llegó—el se da la vuelta, pero vuelve a mirarme—Axel está abajo, quita esa cara de pesar si quieres que te crea lo que le dijiste.

Lo miro incrédula.

—¿Por qué me apoyas si sabes que lo que hice está mal? Es tu mejor amigo.

—Si está mal, pero antes de ser su mejor amigo, soy un hermano mayor que se atreve a dar la vida por ella si es necesario.

Le sonrío débilmente.

Es la primera sonrisa sincera que he sacado en estos dos días.

Agarro mi maleta, pongo mi mejor cara y postura, y me dirijo a las escaleras para bajarlas con tranquilidad.

—Hola ma—saludo con un ánimo que no tengo.

Por un breve momento sus ojos grises conectan con los míos y enseguida viene a mi mente lo que me dijo el día que aceptó casarse con Olivia.

Prométeme que en mi cielo no lloverá nunca más.

Si supiera que es lo que más he hecho.

Su mirada se ve apagada y cargada de dolor, no muy diferente a la mía. Retiro mi mirada de la suya, la dirijo a un sitio cualquiera con tal de no mirarlo.

—Hola cariño—responde mamá—¿Ya estás lista?

—Si claro—le sonrío, una sonrisa forzada claramente—Emm, bueno, voy a dejar la maleta en el coche.

—¿Me llevas la mía?—Liam sonríe angelicalmente.

—No seas vago.

—Por favor—suplica.

—Valeee—me acerco a él y tomo su maleta.

Salgo de la casa para ir al garaje, donde está el coche de mamá. Abro la puerta del garaje y luego la del auto, que extrañamente está desbloqueado. Meto las dos maletas y vuelvo a ingresar en mi casa.

Amándote a Escondidas © | En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora