Capítulo 3

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Narrador omnisciente.

Saitama roncaba tan fuerte que cualquiera pensaría que las paredes se tambalearían, pero eso no era suficiente para interrumpir el profundo sueño de Hana. Sin embargo, de repente, un estruendo sacudió la habitación, y la pared explotó en mil pedazos. Una mano gigante irrumpió a través del hueco y atrapó a Hana, sacándola de su sueño de golpe con un grito aterrador. Los sentidos de Saitama se activaron al instante, y sin pensarlo dos veces, se lanzó a salvarla. El kaijin, sorprendido por la velocidad de Saitama, soltó a Hana, quien estuvo a punto de estrellarse contra un muro. No obstante, con un rápido movimiento, logró amortiguar la caída, aunque las plantas de sus pies se rasparon ligeramente al tocar el suelo.

—¿Quién eres? —preguntó Saitama, posicionándose frente a Hana para protegerla. —Hana, ¿estás bien? —añadió, sin quitarle la vista de encima al intruso.

—Mmmh —respondió ella con un leve murmullo.

El kaijin, un ser enorme con ojos rojos sin pupila, soltó una risa sarcástica antes de hablar.

—Qué grosero. Nosotros somos los verdaderos terrestres —dijo, observando a Saitama con desdén.

—¿Nosotros? —replicó Saitama, desconcertado.

—Creo que tu gente nos llama "habitantes de las profundidades". Pero hemos proliferado demasiado, así que hemos decidido reclamar la superficie para nosotros —explicó el kaijin, mientras del suelo comenzaban a surgir más de ellos, idénticos en forma, pero variados en tamaño.

—Pero oímos que hay demasiados habitantes de la superficie. Simplemente estarán en nuestro camino, así que hemos decidido que todos ustedes deben ser eliminados. Desde que empezamos, el 70% de los habitantes de la superficie han sido convertidos en polvo. Esperamos que acepten su destino gentilmente. Pero estoy sorprendido, ella es la primera habitante que ha sobrevivido a mi golpe y tú, el primero que me hace soltar a alguien —continuó el kaijin, claramente intrigado.

—Yo también estoy sorprendido. Hace mucho que no me sentía así, habitante de la profundidad —replicó Saitama, preparándose para la pelea que estaba a punto de desatarse.

—¡Somos terrestres! —rugió el kaijin, y en ese instante, el caos se desató.

Los golpes llovían por doquier, resonando como truenos mientras Saitama se encargaba de cada uno de los kaijins que se interponían en su camino. Hana, no queriendo quedarse atrás, también ayudaba, atacando a los más pequeños y tratando de no atraer demasiada atención hacia sí misma. Sin embargo, un kaijin aún más gigante que el resto apareció de la nada, lanzando un puñetazo a Saitama que lo hizo volar hacia atrás, chocando contra un edificio en llamas.

De repente, todo se sumió en un infierno de fuego y destrucción. Hana supo que su padre, el hombre que la había acogido, estaba lo suficientemente emocionado como para interrumpir su propio momento de calma. Rápidamente, se escondió detrás de una roca, esperando el desenlace. Solo unos segundos después, Saitama reapareció entre las cenizas, lanzando más y más golpes mortales, eliminando a los kaijins como si fueran simples moscas. Hana lo observaba con la mirada llena de admiración, emocionada por ver cómo su padre disfrutaba, por fin, de ser un superhéroe.

De pronto, un sonido agudo rompió la escena. Era un timbre. Hana se incorporó en la cama de un salto, y Saitama, incrédulo, destruyó el reloj con un golpe.

—Papá, soñé que...

—Yo también lo soñé.

—Oh ¿en serio? me dio tanta rabia que destruyeras la pijama que te regalé.

𝗚𝗢𝗗'𝗦 𝗠𝗘𝗡𝗨 ||One Punch Man||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora