Donde Nakamoto Hana, una figura legendaria en la ciudad Z, combina su belleza divina con poderes extraordinarios para luchar contra monstruos y peligros apocalípticos.
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Donde Hana, dotada de valentía y determinación sobrenaturales, equilibra su vi...
Después de la intensa batalla en la que Nova reveló su verdadera identidad, Genos fue reparado por el Dr. Stench. Una vez que se aseguró de que todo en su cuerpo estaba en perfecto estado, solo tenía una cosa en mente: Hana. Sabía que ella estaba pasando por un momento difícil, especialmente después de la dura conversación con Saitama. Decidió que no podía dejarla sola, no cuando necesitaba apoyo más que nunca.
Genos la llevó a su propia casa, un lugar que no visitaba con frecuencia desde que empezó a pasar tanto tiempo en la casa de Saitama. Su hogar era moderno y minimalista, un reflejo de su personalidad y estilo de vida. A pesar de su aspecto frío y funcional, Genos había hecho un esfuerzo por crear un ambiente acogedor, especialmente ahora que Hana necesitaba un lugar donde sentirse segura.
Cuando llegaron, Genos abrió la puerta y la invitó a pasar. Hana estaba visiblemente agotada, tanto física como emocionalmente, y la idea de tener un lugar donde quedarse sin preocuparse por nada más era un alivio.
—Hana, este es mi hogar— comenzó Genos mientras cerraba la puerta detrás de ellos. —No he pasado mucho tiempo aquí últimamente, pero siempre ha sido un lugar donde puedo relajarme y recargar energías. Quiero que te quedes aquí todo el tiempo que necesites.
Hana lo miró, sorprendida por la oferta. Sabía que Genos tenía su propio espacio, pero nunca se había imaginado quedándose allí. No quería ser una carga, especialmente después de todo lo que había pasado.
—Genos, no quiero incomodarte— dijo con voz temblorosa. —Ya he causado suficientes problemas.
Genos negó con la cabeza, su mirada firme pero llena de comprensión.
—No eres una carga— le aseguró. —Mi casa está abierta para ti, no porque no tengas otro lugar a dónde ir, sino porque quiero que te quedes. Aquí estarás a salvo, y eso es lo más importante ahora.
Hana sintió que un peso se levantaba de sus hombros. No había pensado en cómo sería quedarse en un lugar donde no tuviera que preocuparse por lo que había pasado, donde pudiera simplemente... existir. Asintió lentamente, aceptando la oferta.
—Gracias, Genos— murmuró, sintiendo un nudo en la garganta.
Genos esbozó una pequeña sonrisa, algo raro en él, y la guió por la casa. La llevó a una habitación que había preparado con anticipación. Aunque el espacio era simple, era acogedor y tranquilo, perfecto para alguien que necesitaba paz.
—Aquí estarás cómoda— dijo Genos mientras le mostraba la habitación. —Si necesitas algo, estaré cerca.
Hana se sentó en la cama, dejando que la suavidad la envolviera. Miró a Genos con gratitud, sabiendo que estaba en un lugar seguro, donde podía empezar a sanar. A pesar de la tormenta emocional que enfrentaba, el saber que no estaba sola, que Genos estaba ahí para ella, le dio un pequeño respiro de alivio. Aunque aún quedaba mucho por resolver, al menos tenía un refugio en el que podría comenzar a reconstruirse.
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