Capítulo 21

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Después de una batalla intensa y cargada de muchas emociones, Hana finalmente pudo regresar a casa con Saitama. Al llegar, fue la primera en entrar y corrió directamente al baño, deseosa de quitarse las impurezas que había acumulado durante la lucha. Pasó una hora entera en la ducha, asegurándose de limpiar cada rincón de su cuerpo hasta sentirse completamente renovada.

Sin embargo, al salir de la ducha, Hana se dio cuenta de un pequeño problema: había olvidado llevar una toalla, ropa interior o cualquier cosa para cubrirse. Había colgado su capa en la manija de la parte exterior de la puerta, siguiendo una petición de Saitama antes de que ella entrara al baño. Inquieta, entreabrió la puerta y observó el entorno. No parecía haber nadie cerca, pero la idea de cruzar desnuda hasta su habitación la llenaba de nervios. Carraspeó ligeramente antes de intentar llamar a Saitama.

—Papá…— llamó, pero no obtuvo respuesta.

De repente, la voz de Genos la sorprendió, haciendo que cerrara la puerta de un portazo.

—El sensei fue a comprar pollo para la cena.

—Uy, lo lamento, me sorprendiste —rió Hana, un poco avergonzada—. ¿Será que puedes traerme mi toalla, por favor? Es la rosa con diseño de Hello Kitty.

—Ya la traigo —respondió Genos, dirigiéndose a buscar la toalla.

Cuando regresó, tocó suavemente la puerta antes de que Hana la entreabriera un poco. Genos pudo ver cómo el cabello de Hana aún goteaba, y algunas gotas de agua brillaban en sus pestañas bajo la luz del baño. Ella tomó la toalla con una sonrisa agradecida antes de cerrar la puerta nuevamente. Lo que Hana no se dio cuenta fue que, a través del espejo del baño, su figura desnuda había sido visible por un breve instante.

Genos, por su parte, se quedó mirando la puerta, se quedó en silencio, procesando la imagen que acababa de ver, mientras un torbellino de emociones lo invadía, sintió sus mejillas calentarse al igual que el flujo de fuego empezó a recorrer su cuerpo.

Sistema fallando...

La noche era tranquila, y el ambiente en la mesa estaba cálido mientras Saitama, Hana y Genos disfrutaban de una cena de pollo recién comprado

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La noche era tranquila, y el ambiente en la mesa estaba cálido mientras Saitama, Hana y Genos disfrutaban de una cena de pollo recién comprado. Saitama, sentado frente a su hija adoptiva, comía despreocupadamente, pero no podía evitar sonreír cada vez que ella le hablaba. Hana, con una sonrisa tímida pero sincera, parecía mucho más relajada después de la dura batalla. Genos, en cambio, permanecía en silencio. Su mirada se perdía en el vacío, atrapado en pensamientos que lo distraían del momento presente. Todavía estaba procesando la imagen de Hana que había visto accidentalmente a través del espejo. Cada vez que intentaba sacarla de su mente, algo dentro de su sistema lo obligaba a revivir el instante.

—Papá —dijo Hana suavemente, rompiendo el silencio y capturando la atención de Saitama—. Quiero agradecerte por aceptarme y por siempre haberme cuidado, incluso cuando no sabías la verdad.

Saitama, con la boca llena de pollo, levantó la mirada y tragó antes de responder con su tono usualmente despreocupado.

—No hay de qué. Eres mi hija, no hay nada que agradecer. Aunque… ahora me debes muchas explicaciones, ¿no crees?

Hana asintió, riendo ligeramente. Estaba decidida a no mentirle más, a ser completamente honesta con el hombre que la había acogido cuando no tenía a nadie más.

—Tienes razón. Te lo contaré todo… y esta vez, sin secretos. —Su tono era más serio ahora, y Saitama dejó de masticar, centrándose en las palabras de su hija—. Empecé a ser heroína a los 14 años, aunque no fue algo que decidiera de la noche a la mañana. Desde antes ya sabía que tenía estos poderes y que algún día quería usarlos para algo más grande. —Hana hizo una breve pausa, bajando la mirada como si estuviera recordando el comienzo de todo—. Desde que era pequeña, sabía lo que podía hacer, pero después de que mis padres... murieran, fue como si algo dentro de mí se rompiera. Sentía que tenía que ser fuerte, que tenía que hacer algo para que nadie más pasara por lo que yo viví.

Saitama la escuchaba en silencio, su mirada más seria de lo usual. Hana continuó.

—Cuando cumplí 14, me acerqué a Bang y él me ayudó con esas cosas de heroes. —Hana esbozó una sonrisa al recordar esos días de entrenamiento arduo y solitario—. No se lo dije a nadie, ni siquiera a ti. Tenía miedo de que no me dejaras. Luego, cuando me sentí lista, entré a la Asociación de Héroes.

—¿Desde los 14? —preguntó Saitama, incrédulo.

—Sí, pero fue oficialmente a los 15 cuando recibí mi rango en la clase S y casi ultimo puesto. La Asociación no quería que alguien tan joven llamara mucho la atención, así que me sugirieron ocultar mi identidad. Y fue entonces que empecé a usar la máscara y la capucha, para que nadie me reconociera, aunque también fue idea mía.

Saitama dejó de comer por un momento y la miró fijamente, asimilando lo que su hija acababa de decirle. No era común que alguien tan joven llegara tan alto, pero Hana ya no era solo una heroína cualquiera. Era la número 1 de la clase S. Aunque él siempre había sabido que era especial, nunca se imaginó que lo fuera tanto.

—Número 1… —murmuró Saitama, sintiendo un orgullo silencioso mezclado con un poco de preocupación—. Eres la más fuerte de todos nosotros, ¿eh?

—No, tú eres más fuerte que yo —admitió Hana—. Solo los directivos de la Asociación, Colmillo y algunos héroes de alto rango sabían quién era en realidad. No podía decírtelo, papá. Tenía miedo de que te enfadaras o, peor, que me dijeras que debía parar.

Saitama asintió lentamente, comprendiendo lo que había pasado por su mente.

—Entiendo… pero no tienes que preocuparte más por eso. Ya lo sé todo, y aunque me hubiera gustado saberlo antes, estoy feliz de que finalmente me lo cuentes.

Hana sonrió, sintiéndose liberada.

—Prometo que nunca más te mentiré. Siempre seré honesta contigo, papá.

Saitama le sonrió con una ternura que pocas veces mostraba, y se inclinó hacia adelante para darle una pequeña palmadita en la cabeza.

—Eso espero, porque si no, te voy a poner a hacer flexiones hasta que no puedas más.

Hana se echó a reír, el ambiente entre ellos se relajó una vez más, y por un momento, todo parecía perfecto.

Mientras tanto, Genos seguía inmerso en sus propios pensamientos. Las palabras de Hana llegaban a sus oídos, pero su mente volvía una y otra vez a la escena en el baño. La manera en que el agua había brillado en su piel, la suavidad de su cabello mojado, la perfección de cada pequeño detalle. El cyborg no podía evitarlo. Algo dentro de él se agitaba cada vez que pensaba en ella, y la desconexión entre su cuerpo mecánico y esos extraños sentimientos que lo envolvían solo lo hacían sentir más confundido.

De vez en cuando, levantaba la mirada hacia ella, observando cómo reía y hablaba con Saitama, pero bajaba la vista rápidamente antes de que sus ojos se encontraran.

𝗚𝗢𝗗'𝗦 𝗠𝗘𝗡𝗨 ||One Punch Man||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora