Capítulo 10

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Los héroes de clase C eran numerosos en la Asociación de Héroes, y su trabajo se centraba en emergencias pequeñas como robos o asaltos. Genos, siempre atento a las reglas y procedimientos, le contó a Saitama que si no realizaba alguna acción heroica, como salvar a alguien, sería removido de su cargo como héroe. Saitama, sin embargo, no estaba al tanto de estas reglas y, como era habitual, no parecía darle demasiada importancia.

Hana, que sí estaba más al tanto de cómo funcionaba la Asociación de Héroes, sabía que si mencionaba este asunto, Saitama la reprendería suavemente, recordándole que no debería involucrarse en esas cosas tan peligrosas. A pesar de su habilidad y conocimiento, Saitama siempre había sido protector con ella, evitando que se relacionara con situaciones que pudieran ponerla en peligro.

Decidido a cumplir con su deber, Saitama se vistió y le dio unas palabras motivadoras, aunque claramente inventadas, a Genos antes de salir.

—No deberías venir conmigo esta vez. Si alguien ve a un héroe de clase C con un héroe de clase S, todo el crédito te lo darían a ti. Así que quédate aquí cuidando a Hana.

—¡Sí, sensei! —respondió Genos con firmeza, decidido a seguir las instrucciones de su maestro.

Sin embargo, mientras Saitama se preparaba para salir, Hana, que estaba frente a la computadora, cubriéndose la parte inferior del rostro con la mano, suspiró y rodó los ojos. La adolescente sabía que, aunque su padre le daba esas órdenes a Genos para protegerla, ella misma estaba más que capacitada para enfrentarse a cualquier situación. Pero, para mantener la paz y evitar preocupaciones, decidió mantenerse en su papel, dejando que Saitama y Genos continuaran con su dinámica habitual.

 Pero, para mantener la paz y evitar preocupaciones, decidió mantenerse en su papel, dejando que Saitama y Genos continuaran con su dinámica habitual

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Hana se dirigió directamente a la sala de estar, donde se desplomó en el sofá, soltando un suspiro de alivio mientras se estiraba perezosamente. Genos, siguiendo sus costumbres, se ofreció a preparar té, lo que Hana aceptó con una sonrisa.

Mientras Genos se ocupaba en la cocina, Hana encendió la televisión, pasando de un canal a otro sin mucho interés. Se detuvo en un programa de cocina que presentaba una competencia de chefs, y aunque no era algo que le apasionara particularmente, decidió dejarlo de fondo. Cuando Genos regresó con una bandeja que llevaba dos tazas de té caliente, Hana le agradeció y tomó una de las tazas, disfrutando del aroma reconfortante.

—Gracias, Genos. —comentó ella, soplando suavemente sobre la taza antes de tomar un sorbo.

Genos se sentó en una silla cercana, observando a Hana con la misma dedicación que siempre demostraba. A pesar de su apariencia fría y robótica, había algo en sus ojos que mostraba un profundo respeto y, tal vez, algo más por ella.

Pasaron un rato en silencio, solo el sonido del televisor llenando la habitación. Sin embargo, Genos no pudo evitar que sus pensamientos se desvíaran hacia Hana. La veía ahí, tan relajada, con su cabello suelto cayendo sobre sus hombros y su expresión tranquila. Para él, era un contraste tan marcado con la determinación y fuerza que siempre mostraba en combate. Esa dualidad la hacía aún más fascinante.

Finalmente, Genos rompió el silencio, sin apartar la vista de ella.

—Hana… hay algo que he estado pensando desde hace un tiempo —dijo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

Hana levantó la vista del televisor y lo miró curiosa.

—¿Qué es, Genos?

Él tomó una pequeña pausa antes de continuar.

—Sé que mi enfoque ha sido siempre entrenar y convertirme en un héroe más fuerte, pero... —Genos se rascó la nuca, un gesto que denotaba su incomodidad—. No sé cómo te lo tomarás, pero... eres muy bonita.

Hana parpadeó, sorprendida por la declaración tan directa. No era común que Genos hablara así, y mucho menos sobre algo que no estuviera relacionado con el combate o el entrenamiento. Ella sonrió, no pudiendo evitar que sus mejillas se sonrojaran un poco.

—Gracias, Genos —respondió con suavidad—. No esperaba que dijeras algo así.

—Es la verdad —replicó él, con una sinceridad tan característica en su forma de ser—. Eres una persona muy especial, Hana. No solo por cómo te ves, sino por todo lo que haces y la forma en que cuidas a los demás, especialmente al sensei.

Hana sintió una calidez en su pecho ante sus palabras.

Después de un momento de silencio compartido, Hana decidió cambiar un poco el tema para no hacer sentir a Genos incómodo, pero él habló primero.

—Hana, sé que el sensei siempre está ahí para protegerte, pero quiero que sepas que también puedes contar conmigo para lo que necesites. No solo en combate, sino también en cualquier otra cosa.

Hana sonrió ampliamente, tocada por sus palabras.

—Gracias, Genos. Lo sé, y lo mismo digo para ti.

Esa tarde, la conexión entre Hana y Genos se fortaleció aún más, y ambos se sintieron más cómodos y seguros en la compañía del otro. Aunque los momentos de combate y peligro fueran inevitables, siempre habría tiempo para disfrutar de la tranquilidad en casa, compartiendo risas, conversaciones y, por supuesto, su mutua admiración.

𝗚𝗢𝗗'𝗦 𝗠𝗘𝗡𝗨 ||One Punch Man||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora