Al tercer día de trabajo, mientras el equipo de construcción excavaba en uno de los puntos donde el suelo había cedido, el sonido de una pala golpeando algo duro detuvo a todos. Al principio, pensaron que era un pedazo de metal o una piedra, pero cuando apartaron la tierra, quedó claro que era algo mucho más siniestro.
—¡Alto! —gritó uno de los capataces, levantando la mano. Todos los obreros se acercaron lentamente, y Yoongi, que estaba cerca, frunció el ceño mientras avanzaba con cautela.
Poco a poco, los trabajadores comenzaron a retirar con cuidado la tierra, hasta que apareció lo que parecía un esqueleto. Un escalofrío recorrió el aire caliente de la obra cuando se dieron cuenta de lo que habían encontrado: los restos de un cuerpo humano, un esqueleto completo, encogido como si hubiese estado protegiéndose de algo.
El encargado de la obra, Namjoon, se acercó rápidamente con Jin a su lado, ambos con expresiones de preocupación y sorpresa.
—Parece que es... un esqueleto humano —dijo Namjoon, su voz firme, pero con un toque de asombro.
Jin sintió que el mundo giraba a su alrededor al ver el esqueleto. Algo en su pecho se retorció dolorosamente. No quería mirar, pero no podía apartar la vista. Yoongi, por otro lado, no dejó de observar los huesos, su rostro volviéndose cada vez más pálido.
El silencio en la obra era absoluto. Jin observaba cómo Yoongi se acercaba más al esqueleto, su expresión se endurecía con cada paso. Nadie entendía lo que estaba pasando, pero todos sentían la tensión en el aire.
Yoongi se agachó lentamente junto al esqueleto, sus manos temblando ligeramente mientras extendía los dedos para tocar la tierra cercana. Su respiración era entrecortada, y su mente volvía quince años atrás, a ese momento bajo los escombros, cuando todo cambió.
—No puede ser... —murmuró Yoongi, más para sí mismo que para los demás.
Jin, que estaba de pie a su lado, sintió que su corazón se detenía por un momento.
—¿Qué dijiste? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Yoongi no lo miró. Sus ojos estaban clavados en los huesos, en el cráneo pequeño, en la forma en que los brazos parecían estar cubriendo el torso, como si hubiesen intentado proteger algo. Entonces, vio algo que nadie más había notado.
Un pequeño amuleto colgaba de uno de los huesos del cuello. Estaba parcialmente cubierto de tierra, pero todavía brillaba a la luz del sol. Era un simple colgante de plata con la forma de una estrella. Yoongi sintió que su corazón se detuvo un momento cuando lo reconoció.
De repente, los recuerdos lo inundaron con fuerza. Volvió a estar bajo los escombros, el polvo en sus pulmones, el dolor en su hombro que nunca desapareció. Recordó la voz de un adolescente a su lado, un chico con el que había compartido los días más oscuros de su vida.
—Mantén los ojos abiertos... —le había dicho el chico en voz baja, apenas un susurro, mientras ambos estaban atrapados bajo los escombros—. No dejes que el sueño te venza... Mantente despierto, por favor.
Yoongi había sentido miedo, un miedo tan profundo que lo consumía. El chico a su lado hablaba con una voz suave, calmada, intentando mantenerlo consciente. Había sido su compañía en esa oscuridad interminable.
Y ese chico llevaba un amuleto igual al que ahora veía ante sus ojos. Una pequeña estrella de plata que brillaba tenuemente bajo la luz que se colaba entre los escombros. Yoongi se aferró a la imagen en su mente, sintiendo que el dolor de aquellos días volvía a abrirse como una herida fresca.
—Este amuleto... —dijo Yoongi con la voz rota—. Lo llevaba puesto... él lo llevaba.
Jin frunció el ceño, confundido.
—¿Quién? ¿Lo conocías?
Yoongi se levantó, con las manos temblorosas. Miró a Jin, su rostro marcado por una mezcla de tristeza y rabia.
—Era un chico... el que estaba conmigo bajo los escombros. Él me habló, me mantuvo despierto durante una semana. Yo no sabía su nombre, pero siempre llevaba este amuleto. Era una estrella. Me dijo que su madre se la había dado para protegerlo.
Jin sintió un nudo en la garganta.
—¿Por qué nunca lo mencionaste? —preguntó, su voz temblorosa.
Yoongi lo miró con una mezcla de furia y tristeza.
—Porque nadie me creyó. Dijeron que estaba alucinando, que había sido un delirio por la falta de oxígeno. Pero yo sabía que él era real. Hablamos durante días. Y cuando dejaron de buscar... él seguía allí.
El hallazgo del cuerpo reabrió viejas heridas en la comunidad. Se llamó a la policía y al forense para identificar al esqueleto, y el proceso de investigación se puso en marcha. Durante los siguientes días, los rumores se extendieron rápidamente, y los medios de comunicación comenzaron a indagar en la historia del derrumbe.
Jin no podía dejar de pensar en el amuleto y en la historia de Yoongi. Por su parte, Yoongi permanecía ensimismado, perdido en sus pensamientos, lidiando con la confirmación de que su peor temor era cierto: el chico que había intentado salvarlo había sido olvidado, enterrado bajo los escombros durante quince años.
Dos días después, el forense confirmó lo que Yoongi ya sabía en su corazón. El cuerpo pertenecía a un adolescente de aproximadamente diecisiete años, con una fractura en la pierna que le habría impedido moverse rápidamente durante el derrumbe. Al parecer, murió de inanición y deshidratación.
Yoongi escuchó el informe con el rostro pálido, sus manos cerradas en puños.
—Es él —dijo, con una voz ronca—. Yo sabía que estaba ahí... y nadie me escuchó.
Jin lo observó, sintiendo una nueva capa de culpa caer sobre él. No solo por su hermano, sino por este chico, este desconocido que también había sido una víctima del desastre.
—Lo siento... Yoongi. Siento que no se haya hecho justicia para él. Que te hayan hecho dudar de lo que sabías.
Yoongi lo miró, con lágrimas brillando en sus ojos oscuros.
—No lo conocía, no sé quién era realmente... pero sé que me salvó, me mantuvo vivo. Y ahora, después de todo este tiempo, al menos su madre podrá saber qué le pasó.
La noticia del descubrimiento del cuerpo y la historia de Yoongi conmocionó a todos en la obra. Jin y Yoongi se encontraron en una encrucijada emocional: mientras Yoongi enfrentaba el reconocimiento del chico y la rabia por la injusticia que había sufrido, Jin se veía obligado a confrontar una vez más la magnitud de lo que había ocurrido.
—Haré lo que sea necesario para que este chico tenga justicia —prometió Jin en voz baja.
Yoongi asintió, su mirada aún llena de dolor.
—Más vale que lo hagas, Jin. Por él. Por los que quedaron atrás.
Y así, los dos hombres, conectados por un pasado doloroso y ahora por un presente aún más complicado, sabían que esta vez no dejarían que los fantasmas del pasado siguieran enterrados. La verdad saldría a la luz, sin importar lo que costara.
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Desde los cimientos (Yoonjin)
FanfictionEn una obra llena de recuerdos dolorosos y secretos enterrados, Jin, un arquitecto con un pasado difícil, se encuentra con Yoongi, un obrero que parece conocer demasiado bien las cicatrices de aquel lugar. Lo que comienza como un choque entre dos mu...