Lo que no hice antes

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Namjoon se encontraba de pie en la sala de reuniones, su mirada vacilante recorriendo los rostros conocidos que lo miraban con diferentes emociones: sorpresa, decepción, dolor. Sentía el peso de cada mirada, especialmente la de Yoongi, quien permanecía inexpresivo, sus ojos oscuros como pozos profundos de emociones contenidas. Hoseok estaba sentado al lado de su hermano, con los brazos cruzados y una mueca de frustración en el rostro, mientras Jin, al otro lado, no ocultaba la tensión en sus manos apretadas sobre la mesa.

—Sé que todos ya saben de qué se trata esto —comenzó Namjoon, su voz firme pero cargada de arrepentimiento—. No hay excusa para lo que hice... o más bien, para lo que no hice. Durante años me mantuve al margen, sabiendo algo que podría haber cambiado tantas cosas. Y hoy estoy aquí para enfrentar las consecuencias de mi silencio.

Los otros permanecieron en silencio, sus expresiones un libro cerrado. Namjoon sintió un nudo en la garganta, pero continuó.

—Tae, sé que nunca debí haberte dejado como lo hice —admitió, girándose para mirar a Taehyung, que estaba de pie contra la pared, con los brazos cruzados y la mandíbula tensa—. Terminé nuestra relación no por falta de amor, sino por miedo. Miedo a que la verdad saliera a la luz, a lo que significaría para mi familia. Me convencí de que estaba haciendo lo correcto... pero no era así.

Taehyung asintió lentamente, sin dejar de mirarlo con una mezcla de tristeza y comprensión. Había esperado mucho tiempo para escuchar esas palabras, pero ahora que las tenía delante, no sabía si se sentía aliviado o más dolido aún.

—Te amaba, Namjoon. Te amaba de verdad... —dijo Tae en voz baja, su tono lleno de una vulnerabilidad que rara vez mostraba—. Y tú destruiste todo eso por proteger un secreto que ni siquiera era tuyo.

Namjoon asintió, tragando saliva con dificultad. —Lo sé. Y lamento tanto haberte hecho daño. Pero también necesito que sepas que nunca dejé de preocuparme por ti. Nunca dejé de pensar en lo que podría haber sido.

Tae soltó una risa amarga. —No pienses en lo que podría haber sido, Namjoon. Porque eso nunca volverá. No quiero que creas que te odio, porque no lo hago. Pero tampoco puedo perdonarte así de fácil. No ahora, no después de todo esto.

Namjoon agachó la cabeza, asumiendo las palabras como si fueran golpes. Miró luego a Hoseok, quien lo observaba con un ceño fruncido.

—Conocí a Hoseok en la universidad —dijo, su voz ahora más suave—. Desde el principio, supe quién era. Cuando nos conocimos, yo ya estaba al tanto del derrumbe... y lo que eso significaba para su familia. En aquel momento, me convencí de que nada de lo ocurrido había sido tan desastroso porque Jin era amigo de mi hermano, y parecía que había rehecho su vida. Pero, Hoseok... nunca escuché realmente lo que decías sobre Yoongi. Pensé que exagerabas, que no podía ser tan malo...

Hoseok, quien había permanecido callado hasta ese momento, lo interrumpió con voz cortante: —¿Exageraba? —repitió, incrédulo—. Te conté todo lo que mi hermano había vivido, lo que nuestra familia perdió. Pero tú decidiste mirar a otro lado porque tu mundo no se había derrumbado, ¿cierto?

Namjoon bajó la mirada, asintiendo. —Tienes razón. Fui insensible. Nunca me permití ver más allá de mi propio miedo. Nunca debí ignorar lo que estaba frente a mis ojos.

Yoongi, hasta ahora en silencio, se inclinó hacia adelante. —¿Y qué te hizo cambiar de opinión, Namjoon? —preguntó con frialdad—. Porque ahora estamos aquí, escuchando tus disculpas, pero durante años te mantuviste en silencio mientras otros sufrían. ¿Por qué ahora?

Namjoon lo miró con dolor en los ojos, sintiendo la magnitud de sus palabras. —Porque cuando te conocí, Yoongi, vi a alguien consumido por un dolor que no entendía. Pensé que era simplemente una consecuencia de la vida... hasta que entendí lo que realmente significaba. Vi cómo te enfrentabas a todo con una fuerza que nunca imaginé posible, y me di cuenta de lo ciego que había sido. Me avergoncé de mí mismo. Vi cuánto habías perdido y cuán injusto había sido todo contigo.

Yoongi apretó los labios, conteniendo la emoción. —Te agradezco que lo reconozcas, pero eso no cambia nada. Mi vida se destruyó porque alguien decidió que no valía la pena protegerla. Y aunque agradezco todo lo que has hecho por mí, no puedo perdonarte hasta que vea hechos concretos —su voz era firme, sin temblar—. No busques mi perdón, Namjoon. Y en el trabajo, yo seguiré siendo solo un empleado. No quiero una relación personal contigo.

Namjoon asintió, aceptando la respuesta aunque le dolía. —Entiendo, Yoongi.

Jin, que había permanecido en silencio todo este tiempo, finalmente habló. —Espero que tus acciones hablen más fuerte que tus palabras esta vez, Namjoon —dijo con un tono calmado pero firme—. Porque aunque yo pueda entender que hayas sentido miedo, no puedo olvidar que te mantuviste en silencio mientras los demás sufrían.

Namjoon asintió con la cabeza, sintiendo el peso de las palabras de Jin. —Gracias por tu honestidad, Jin. No espero que confíen en mí de inmediato. Solo puedo prometer que haré todo lo posible para reparar lo que he hecho mal.

Todos permanecieron en silencio por un momento, como si procesaran las emociones que se agolpaban en el ambiente. Tae fue el primero en romperlo.

—Entonces... ¿esto es todo? —preguntó con una pequeña sonrisa irónica—. ¿Todos nos vamos con nuestros remordimientos y promesas?

Yoongi miró a Tae y dejó escapar una risa suave, cargada de ironía. —Supongo que sí. Pero bueno, al menos ya no tenemos que fingir que todo está bien.

Hoseok suspiró, mirándolos a todos. —No sé si puedo confiar en ti de nuevo, Namjoon, pero aprecio que estés dispuesto a intentar enmendarlo.

Namjoon asintió, agradecido por el pequeño atisbo de esperanza. —Lo haré. Lo prometo.

Se despidieron con tensión, pero también con una pequeña luz de resolución. Mientras salían del edificio, Yoongi se volvió hacia Namjoon por última vez.

—No permitas que otra vida se destruya, Namjoon. No permitas que el miedo o los prejuicios dicten las decisiones que toman tus padres.

Namjoon asintió, con los ojos brillantes de determinación. —No lo haré. Y gracias, Yoongi... por darme esta oportunidad de intentarlo.

Yoongi no respondió, pero en su interior, algo se suavizó apenas. Sabía que las cicatrices eran profundas, con el tiempo, el perdón podría ser posible. Mientras tanto, él seguiría adelante, sin esperar nada más que justicia para los que quedaban.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora