Eres demasiado bueno para mi

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Yoongi despertó una vez más con el dolor, ese compañero silencioso que nunca lo abandonaba. Cada movimiento al salir de la cama era un recordatorio de su cuerpo desgastado por años de trabajo duro y noches sin descanso. Caminó lentamente hacia el baño, sintiendo como si sus músculos fueran cuerdas tensas, a punto de romperse. El dolor crónico se había convertido en parte de él, una sombra que lo seguía a todas partes, pero últimamente parecía empeorar.

A medida que avanzaba el día, su humor también se desgastaba. En la obra, donde las horas se sentían eternas y el peso del trabajo recaía sobre él como una losa, Yoongi trataba de mantener su típica actitud despreocupada. Pero hoy, incluso el sarcasmo y su humor negro estaban teñidos de una cierta amargura.

Taehyung, siempre perceptivo, notó el cansancio en los ojos de Yoongi. Había algo más que solo agotamiento físico; era el tipo de desgaste que venía cuando el dolor se volvía insoportable. Taehyung decidió que hoy sería el día en que enfrentaría a su amigo. Sabía que Yoongi era testarudo, pero también sabía cómo tratar con él: humor.

—Oye, hyung —dijo Taehyung mientras se sentaban a descansar bajo una sombra, alejados del ruido de las máquinas—, ¿alguna vez te has considerado para el récord mundial de la persona que más se queja de la vida? Estoy seguro de que ganarías, con honores y todo.

Yoongi soltó una risa, aunque no era del todo genuina.

—Si hubiera un premio por "soportar la vida con dolor crónico", ya tendría mi nombre grabado en oro, Tae. Pero claro, nadie aprecia el talento oculto —dijo, dejando caer la cabeza contra la pared detrás de él, cerrando los ojos.

—Sí, claro —Taehyung siguió el juego, su tono ligero—. Y después de ganar, podrías hacer una gira mundial contando tus aventuras de "cómo sobrellevar el dolor sin una queja visible, pero con mucho sarcasmo". Serías una estrella.

Yoongi sonrió ligeramente.

—Y tú podrías ser mi manager, vendiendo entradas a mi show de autocompasión.

Taehyung se rió, pero después de la broma, el silencio se instaló entre ambos. Aprovechando el momento, Taehyung decidió abordar el tema serio que tenía en mente.

—Hyung, en serio... ¿hasta cuándo vas a seguir así? —preguntó, con una voz más suave pero sin perder su tono despreocupado—. Sé que te gusta hacerte el fuerte, pero... esto no puede ser bueno para ti.

Yoongi abrió los ojos y lo miró de reojo. El comentario le cayó como una piedra en el estómago.

—¿Seguir cómo? —respondió, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Estoy perfectamente bien, Tae. Un poco de dolor nunca mató a nadie, ¿no?

—No se trata de morir, Yoongi. Se trata de vivir —dijo Taehyung, su tono ahora más firme—. Y vivir bien. No puedes seguir así para siempre, fingiendo que esto es normal.

Yoongi suspiró, claramente incómodo con la dirección de la conversación. Sabía que Taehyung estaba tratando de ayudar, pero la idea de buscar ayuda profesional no era algo que quisiera admitir que necesitaba.

—¿Qué quieres que haga? ¿Que vaya a un médico a decirle que me duele todo? ¿Que me recete más pastillas para el dolor? —respondió con un tono mordaz.

Taehyung no retrocedió. Conocía bien a Yoongi y sabía que ese sarcasmo era su mecanismo de defensa. Sonrió ligeramente, manteniendo su tono amigable.

—O podrías ir a uno de esos médicos alternativos, los que te recomiendan tomar jugos verdes y hacer yoga. Quizás te ayude a encontrar tu "paz interior" —bromeó, levantando las manos como si meditara.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora