Solo quiero que me veas

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El hospital tenía ese brillo helado y distante que siempre hacía que Yoongi se sintiera fuera de lugar. Las luces blancas y frías parpadeaban de vez en cuando, recordándole lo poco que encajaba en ese ambiente clínico, en ese mundo que no era el suyo. Se encontraba sentado en una de las incómodas sillas de la sala de espera, tamborileando con los dedos sobre su rodilla. Había decidido, casi por impulso, ir a ver a Hoseok después de su turno. Sabía que no sería fácil. Nunca lo era. Pero tenía que intentarlo.

Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que tuvieron una conversación significativa, y aunque la tensión entre ellos seguía siendo palpable, Yoongi no podía soportar la idea de dejar morir la relación con su hermano menor.

Finalmente, Hoseok apareció en el pasillo, luciendo agotado, con la bata blanca arrugada y el ceño fruncido. En cuanto vio a Yoongi sentado allí, sus ojos se endurecieron. La tensión se reflejó en cada línea de su rostro. Durante un breve segundo, pareció considerar irse por otra puerta, evitando el encuentro.

—¿Qué haces aquí, Yoongi? —preguntó con frialdad, manteniendo la voz baja para no atraer la atención de los demás.

Yoongi levantó la vista y esbozó una sonrisa nerviosa que no llegó a sus ojos. Sabía que su presencia no sería bien recibida, pero estaba allí de todos modos, dispuesto a enfrentar lo que viniera.

—Pasaba por aquí —respondió, encogiéndose de hombros—. Pensé que podríamos hablar un poco. Hace mucho que no lo hacemos... de verdad.

Hoseok soltó un suspiro cansado, frotándose el puente de la nariz. Su irritación era evidente, pero más que eso, había una incomodidad latente que Yoongi no podía ignorar. Se cruzó de brazos, adoptando una postura defensiva.

—No tengo tiempo para esto ahora, Yoongi. ¿No tienes algo más que hacer? ¿Como... trabajar? —su tono tenía una mezcla de desprecio y evasión.

La sonrisa de Yoongi se desvaneció rápidamente. Sabía que estaba siendo juzgado, pero no podía evitar hacer lo único que le salía en esos momentos: recurrir al sarcasmo.

—Sí, claro. Porque levantar ladrillos es tan fascinante como salvar vidas, ¿verdad, hyung? —respondió con una risa amarga—. Supongo que no todos podemos ser médicos brillantes.

Antes de que Hoseok pudiera contestar, dos médicos se acercaron por el pasillo. El doctor Kim, un hombre de mediana edad con una reputación intachable en el hospital, y a su lado, un joven residente, nuevo en el equipo.

—¡Hoseok! —exclamó el doctor Kim con una sonrisa, aunque sus ojos rápidamente se posaron en Yoongi, juzgándolo en cuestión de segundos—. No sabía que tu hermano trabajaba aquí. —Su tono era condescendiente, pero disfrazado de amabilidad profesional.

El residente, siguiendo el ejemplo de su superior, observó a Yoongi con una mueca de desdén. No hacía falta ser un genio para notar que lo estaba menospreciando desde el momento en que lo vio.

—¿Este es tu hermano? —preguntó el residente, casi incrédulo—. Pensé que sería alguien... más competente. —La risa corta que siguió a sus palabras fue suficiente para hacer que Yoongi sintiera un nudo en el estómago.

Yoongi estaba acostumbrado a ese tipo de comentarios. Los había escuchado toda su vida, pero algo en la manera en que Hoseok se quedó en silencio, mirando hacia otro lado, fingiendo que no había escuchado nada, le dolió más que cualquier burla de extraños.

—Bueno, no todos estamos hechos para la grandeza, ¿verdad? —dijo el doctor Kim, con una sonrisa paternalista—. A veces, las circunstancias son lo que son. No todo el mundo puede destacar.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora