Así es él

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La noche era oscura y fría, con el viento soplando a través de las calles vacías. Jimin y Jin estaban sentados en el balcón del pequeño departamento de Jin, las luces de la ciudad parpadeando a lo lejos como un millón de estrellas distantes. Habían estado hablando durante horas, pero el silencio ahora se había instalado entre ellos, pesado y lleno de significado. Jimin miraba hacia abajo, sus manos temblando ligeramente mientras jugaba con el borde de su suéter. Jin podía sentir que había algo que Jimin quería decir, algo profundo que necesitaba salir a la luz.

—Jin —dijo Jimin finalmente, rompiendo el silencio con una voz baja pero firme—, hay algo que necesito contarte. Algo que nunca le he dicho a nadie, excepto a Yoongi.

Jin levantó la vista, sorprendido por la seriedad en la voz de Jimin.

—Claro, Jimin. Lo que sea que necesites compartir, estoy aquí para escucharte —respondió Jin suavemente, sintiendo la tensión en el aire.

Jimin respiró hondo, como si estuviera preparándose para un salto al vacío.

—Nos conocimos en un momento muy difícil —comenzó, su voz temblando un poco al principio, pero luego se volvió más firme—. Yo estaba trabajando en un bar de mala muerte, tratando de sobrevivir día a día. No tenía a nadie, ni siquiera un lugar al que llamar hogar. Solía dormir en la parte trasera del bar, en el pequeño almacén. No me pagaban mucho, pero al menos tenía un techo sobre mi cabeza... hasta que una noche, todo cambió.

Jin asintió lentamente, animándolo a continuar.

—Un cliente se puso violento conmigo. Estaba borracho, muy borracho, y empezó a decir cosas horribles. Yo traté de calmarlo, pero él... él empezó a golpearme —Jimin hizo una pausa, su respiración entrecortada mientras recordaba ese momento—. Nadie hizo nada para ayudarme. Todos miraban, pero nadie se atrevía a intervenir. Yo creía que estaba solo, que siempre estaría solo.

Jin sintió un nudo en la garganta al escuchar eso. No podía imaginar el dolor y el miedo que Jimin debió haber sentido en ese momento.

—Entonces, de repente, apareció Yoongi —continuó Jimin, una pequeña sonrisa iluminando su rostro a pesar del recuerdo—. No lo conocía, nunca lo había visto antes. Pero él... él vio lo que estaba pasando y, sin pensarlo dos veces, se lanzó contra ese hombre.

—¿Yoongi? —preguntó Jin, sorprendido—. ¿Peleó con un cliente para ayudarte?

Jimin asintió, su sonrisa creciendo un poco más.

—Sí. Yoongi no tenía ninguna razón para meterse, pero lo hizo. Claro, recibió una buena paliza por ello. El hombre era mucho más grande que él, pero Yoongi no se rindió. Peleó con todas sus fuerzas. Incluso cuando lo derribaron, siguió levantándose. Logró que el tipo se fuera, aunque terminó con un ojo morado y el labio roto.

Jin miró a Jimin con una mezcla de asombro y admiración.

—¿Por qué lo hizo? —preguntó, más para sí mismo que para Jimin.

—Porque así es Yoongi —respondió Jimin, su voz suave—. Él no deja que nadie sufra si puede evitarlo. Aunque el mundo lo trate mal, aunque nadie lo mire con respeto, siempre ayuda al que lo necesita.

—Después de la pelea, me llevó a un rincón del callejón donde nadie pudiera vernos. Yo apenas podía hablar, pero Yoongi me sonrió, esa sonrisa pequeña que apenas es una mueca pero que tiene algo de calidez. Me pasó un trozo de pan —Jimin rió un poco—, probablemente también lo había robado esa noche, porque lo vi correr cuando llegó al callejón. No hablamos mucho, solo compartimos ese pan viejo y duro.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora