Un rayo de esperanza

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Jungkook siempre había sido bueno en mantener las apariencias, en vivir dos vidas que parecían no tocarse nunca. Durante el día, era el inversionista respetado, el joven de negocios con una reputación impecable y una esposa perfecta que lo acompañaba a cada evento importante. Por la noche, era otro hombre, uno que se despojaba de las ataduras que le imponía su posición y encontraba consuelo en la presencia de Jimin. Sin embargo, esa doble vida comenzaba a desgastarlo.

Sentado en su auto, Jungkook observaba el volante como si este tuviera las respuestas que necesitaba. Había salido de una cena con su esposa y su familia política, una de esas en las que se hablaba de finanzas, inversiones y planes futuros, pero nunca de sentimientos ni deseos reales. Ella sabía tan bien como él que su matrimonio era un simple acuerdo de conveniencia, una pantalla perfecta para ambos. Aun así, la presión de mantener las apariencias comenzaba a hacerse insoportable.

Marcó el número de Jimin casi de manera instintiva. Lo necesitaba. Pero mientras el teléfono sonaba, una voz en su cabeza le recordaba lo injusto que estaba siendo.

—¿Dónde estás? —preguntó Jungkook tan pronto como Jimin contestó.

—En casa —respondió Jimin, su voz tranquila—. ¿Por qué?

—Voy para allá —fue todo lo que dijo antes de colgar.

El trayecto hasta el pequeño departamento de Jimin fue un escape temporal de la realidad, pero al llegar, Jungkook sintió cómo la tensión lo invadía de nuevo. Subió las escaleras rápidamente, y cuando Jimin le abrió la puerta, el cansancio y la frustración se reflejaban en su rostro.

—¿Estás bien? —preguntó Jimin, aunque la respuesta era obvia.

Jungkook cerró la puerta tras de sí sin responder y se dejó caer en el sofá. Se pasó las manos por el cabello, claramente agitado. Jimin se sentó a su lado, observándolo con preocupación.

—No puedo seguir así, Jimin —murmuró finalmente Jungkook, su voz apenas un susurro—. Esto... todo esto me está matando.

Jimin lo miró, sabiendo exactamente a lo que se refería. Durante mucho tiempo había aceptado ser parte de esa vida oculta de Jungkook, entendiendo que las apariencias lo mantenían atado. Pero cada día era más difícil ignorar el peso de esa carga.

—¿Qué es lo que realmente quieres, Jungkook? —preguntó Jimin con suavidad, inclinándose hacia él—. Porque si sigues viviendo de esta forma, te vas a destruir.

—No es tan simple —respondió Jungkook con frustración—. Si lo fuera, ya lo habría dejado todo. Pero no puedo... hay tantas cosas en juego, tantas personas involucradas.

—Y mientras tanto, ¿qué pasa contigo? —insistió Jimin, sin alzar la voz pero con una firmeza que dejó claro que no iba a dejarlo escapar fácilmente—. Estás viviendo una vida que no quieres, con personas que no te importan. Y lo peor es que me arrastras contigo.

Jungkook lo miró, sorprendido por la dureza de esas palabras. No estaba acostumbrado a que Jimin lo confrontara de esa manera.

—¿Arrastrarte contigo? —repitió, ofendido—. Creí que esto... que nosotros, funcionaba para ambos.

—Solía funcionar, porque pensé que eventualmente te darías cuenta de lo que realmente querías —dijo Jimin, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación—. Pero ahora veo que prefieres quedarte atrapado en esa vida falsa, en lugar de ser honesto contigo mismo.

Jungkook sintió como si le hubieran dado un golpe en el pecho. Las palabras de Jimin resonaron con una verdad que no podía negar. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil enfrentarlo.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora