Expectativas aplastantes

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Jin se encontraba en el salón de la casa de su madre, observando los viejos retratos que adornaban las paredes. Imágenes de tiempos más felices: su hermano Seojin sonriendo con su uniforme de béisbol, su madre y su padre aún juntos, con rostros relajados y sin la sombra de la tragedia marcando sus facciones. Suspiró, sintiendo cómo el peso de esos recuerdos se hacía más pesado con cada segundo.

—No es un mal sitio —comentó su madre, interrumpiendo el silencio—. El lugar donde trabajas ahora, me refiero. Pero... ¿realmente es necesario, Seokjin?

Jin se giró hacia ella, sorprendido. Habían evitado esta conversación durante semanas, pero sabía que era inevitable.

—Mamá, es un proyecto importante para mí —respondió Jin, tratando de mantener la calma—. Es mi oportunidad para crecer como arquitecto. No puedo dejar que el pasado me detenga para siempre.

Su madre suspiró y miró hacia la ventana, como si buscara una respuesta en el horizonte.

—No es solo el pasado, hijo. Es ese lugar. Es... un constante recordatorio de lo que pasó. De lo que perdimos.

—Lo sé —Jin asintió—. Pero también es mi forma de enfrentar lo que pasó, de seguir adelante. Necesito esto, mamá.

Su madre giró la cabeza y lo miró fijamente, su expresión mezclaba preocupación y una tristeza profunda.

—¿Y eso es lo que piensas que haría feliz a tu hermano? —preguntó, su voz temblando ligeramente—. ¿Volver a ese lugar, donde lo perdimos, donde todo se desmoronó?

Jin sintió una punzada en el pecho. A menudo había pensado en lo que Seojin hubiera querido para él, pero estaba cansado de que su vida estuviera definida por los deseos no expresados de su hermano muerto.

—No lo sé, mamá —respondió con sinceridad—. Pero creo que le gustaría verme avanzando. No quiero quedarme atrapado en el pasado.

Ella negó con la cabeza, como si no pudiera comprenderlo.

—No se trata solo de eso, Seokjin. También se trata de ti. De lo que podrías ser. Tienes talento, podrías trabajar en proyectos internacionales, podrías ir a cualquier parte del mundo... Rodearte de personas influyentes, gente que te pueda llevar lejos.

Jin sabía que la conversación se dirigía hacia ese punto inevitable. Siempre había sido así. Sus padres, especialmente su padre, tenían grandes expectativas para él. Esperaban que alcanzara las alturas que Seojin nunca había tenido la oportunidad de alcanzar, pero también querían que se mantuviera lejos de cualquier cosa que pudiera recordarle la tragedia.

—¿Crees que este trabajo me está frenando? —preguntó Jin con un tono más agudo del que pretendía—. Porque siento que cada vez que trato de hacer algo que realmente me importa, ustedes lo ven como una pérdida de tiempo.

—No es una pérdida de tiempo, hijo —replicó su madre rápidamente—. Solo es que... queríamos algo diferente para ti. Algo más seguro. Algo que te dé el reconocimiento que mereces, sin estar atado a un pasado doloroso.

Jin apretó los dientes. Su madre siempre había evitado hablar directamente de sus sentimientos hacia el proyecto, pero ahora todo parecía estar saliendo a la luz.

—No es el trabajo lo que les molesta —dijo Jin, mirándola fijamente—. Es el hecho de que no encaje en el mundo que ustedes imaginan para mí. Un mundo lejos de todo esto, lejos de las cicatrices que dejaron el pasado.

—No es solo eso, Seokjin —interrumpió su madre, su voz más firme ahora—. Es que queremos que tengas una vida mejor, que te rodees de personas que puedan ayudarte a llegar a donde necesitas estar.

—¿Personas influyentes? ¿Ricas? —preguntó Jin, su voz cargada de ironía—. ¿Y quiénes son esas personas, mamá? ¿Aquellos que solo se preocupan por el dinero, el estatus?

Su madre se tensó y su expresión se endureció.

—No te estamos diciendo que solo te rodees de gente rica, Seokjin. Pero es importante estar con personas que tengan aspiraciones, que puedan ofrecerte oportunidades. No puedes desperdiciar tu talento en un lugar que solo te mantiene anclado al pasado.

Jin sintió una mezcla de ira y tristeza inundándolo.

—Yo no estoy desperdiciando mi talento, mamá. Estoy aprendiendo, creciendo, enfrentándome a mis miedos. No puedo huir de lo que pasó, y no quiero hacerlo. Este trabajo... este proyecto, es mi manera de sanar, de seguir adelante.

—¿Sanar? —repitió su madre, con una risa amarga—. ¿Crees que eso te está ayudando? Estás rodeado de todo lo que te hace daño, de todos los recuerdos que deberías dejar atrás.

Jin se quedó en silencio por un momento, sintiendo cómo la tensión en su pecho crecía. Su madre nunca había sido capaz de aceptar lo que había pasado, siempre buscando maneras de ocultar el dolor bajo capas de negación y expectativas imposibles.

—Mamá, entiendo que ustedes quieran lo mejor para mí —dijo con voz baja pero firme—. Pero tienen que entender que mi camino no es el que ustedes imaginan. No puedo seguir viviendo según sus expectativas. No puedo seguir fingiendo que todo está bien cuando no lo está.

Su madre cerró los ojos y respiró profundamente, intentando contener las lágrimas.

—Solo queremos que seas feliz, Seokjin. No queremos verte sufrir más. Queremos que dejes todo esto atrás... de una vez por todas.

Jin asintió lentamente, comprendiendo que había una verdad en las palabras de su madre. Pero también sabía que su felicidad no podía construirse sobre el olvido o la negación del pasado.

—Tal vez no entiendan mi decisión ahora, pero espero que algún día lo hagan —respondió con suavidad—. Necesito hacer esto a mi manera. Necesito encontrar mi propio camino.

Se levantó de la mesa, sintiendo el peso de la conversación aún sobre sus hombros. Pero también sintió una especie de alivio. Había dicho su verdad, y eso era un paso adelante. Se giró hacia su madre y, por un momento, vio en sus ojos una mezcla de tristeza y orgullo. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a seguir adelante, enfrentando sus miedos y las sombras del pasado, por mucho que doliera.




Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora