☰ROUND 10☰

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El avión tocó tierra en Corea del Sur, y Nayoung respiró aliviada al ver que el reloj marcaba las 4 de la tarde. El viaje había sido largo y agotador, pero no había tiempo para descansar. Ella y las otras tres mujeres que la acompañaban tuvieron que apresurarse, conscientes de que la boda se celebraría a las 8 de la noche. El tiempo era muy limitado. Apenas pusieron pie en el aeropuerto, el caos comenzó. Nayoung rápidamente tomó su teléfono y, mientras corrían hacia el transporte que las llevaría al departamento, se comunicó con su familia para avisarles que había llegado. 

Sin embargo, evitó deliberadamente hablar con su prometido. No se sentía preparada para enfrentarlo antes de la boda. No quería abrir la posibilidad a una discusión o a una conversación que le provocara más estrés. Pensó que lo mejor sería verlo directamente en el altar, sin previo aviso, y dejar que su familia le informara sobre su llegada.

Concentrada únicamente en llegar lo más rápido posible a su departamento de soltera, donde se prepararía, Nayoung trató de calmarse. Sabía que el equipo de maquillistas y estilistas la esperaba a ella y a sus damas de honor para comenzar la transformación que la convertiría en una novia radiante. Cuando finalmente llegaron, una tras otra se fueron turnando para ducharse, tratando de apurar el proceso, ya que el tiempo seguía siendo su enemigo.

Nayoung, por su parte, aún tenía sobre su cuello y escote una bolsa de hielo que había pedido en el avión. Las marcas seguían ahí, como un recordatorio molesto de lo ocurrido en Las Vegas. Maldecía en silencio, tanto al responsable de esas marcas como a su prometido, quien había elegido un vestido de novia con un escote pronunciado, insistiendo en que quería que se viera sexy el día de la boda. Pero ahora todo lo que Nayoung quería era ponerse algo que ocultara esos rastros evidentes. Sin embargo, no había muchas opciones. No podía simplemente cambiar el vestido a última hora.

Preocupada, decidió acudir a Niki, su estilista de confianza, a quien conocía desde la secundaria. Siempre había sido su salvador en momentos como este, y esperaba que pudiera obrar su magia una vez más. Niki entró en la habitación de Nayoung, notando de inmediato su nerviosismo y preocupación.

—Niki, por favor, tienes que hacer algo para cubrir estas marcas —le rogó Nayoung, señalando su cuello.

Niki levantó una ceja, sorprendido, pero no hizo demasiadas preguntas. Ya se imaginaba que algo había pasado durante el viaje, aunque Nayoung no estaba dispuesta a contar los detalles en ese momento. Sabía que ella no estaba de humor para explicaciones, así que decidió hacer lo que mejor sabía: obrar su magia con el maquillaje.

—Bueno, bueno, cielo. Déjame ver qué puedo hacer —dijo Niki, enfocándose en la tarea.

Usó las mejores bases y correctores de su kit, aplicándolos cuidadosamente sobre las marcas. Fue un reto, ya que las manchas eran visibles y difíciles de ocultar por completo. Tuvo que usar varias capas y técnicas de difuminado para asegurarse de que todo se viera lo más natural posible, sin que pareciera un parche de maquillaje. Después de varios minutos de trabajo intenso, Niki finalmente sonrió, satisfecho con el resultado.

—Estás lista, cielo. No hay rastro alguno de esa noche salvaje —dijo Niki con una sonrisa burlona—. Ups, lo siento, baby, pero luego me cuentas quién te hizo esas marcas, porque quiero uno igual —añadió, mordiéndose el labio en broma.

Nayoung negó con la cabeza, sin ánimo para seguirle el juego. Solo quería que todo saliera bien. Estaba tan nerviosa por la boda, por lo que la esperaría en el altar y, sobre todo, por que nadie notara nada fuera de lo normal en ella. Sabía que había sido un error monumental no haber controlado la situación en Las Vegas, pero ahora lo único que le importaba era el aquí y el ahora. 

Cuando Niki terminó de arreglarla, con su vestido, maquillaje y peinado perfectos, salió de la habitación para empezar a preparar a las damas de honor.

Jia fue la primera en terminar, y fue directamente a la habitación de Nayoung, donde la encontró caminando de un lado a otro, incapaz de calmar sus nervios.

—No hagas eso, o vas a arruinar el vestido —le sugirió Jia con una sonrisa suave.

—Jia, ¿podrías salir, por favor? —pidió Nayoung, claramente aún molesta por el caos que habían vivido en Las Vegas.

Jia se acercó a su amiga, con una expresión sincera de arrepentimiento en su rostro.

—Nana, lo siento, ¿sí? —dijo con voz suave—. Solo quería que la pasaras bien. Jamás imaginé que algo así sucedería. Todas fuimos drogadas.

Nayoung no respondió de inmediato. Estaba de pie frente a la ventana, observando cómo la ciudad comenzaba a iluminarse con las luces nocturnas, con la mente perdida en los eventos recientes.

—Lo sé, pero entiéndeme. Nunca me había pasado algo así. Ni siquiera cuando salíamos a divertirnos de adolescentes —respondió finalmente, con voz controlada.

—Lo entiendo, de verdad. Y por eso me disculpo. Somos amigas, y jamás haría algo que te lastimara —dijo Jia, acercándose un poco más—. Todo fue un maldito accidente. Un capricho del destino o de la vida.

—Sea lo que sea, olvidemos todo eso. No quiero escuchar a ninguna de ustedes mencionar nada de lo que pasó. Dejemos todo eso en Las Vegas —dijo Nayoung con firmeza, decidida a enterrar el recuerdo de esos días.

—Como tú digas —asintió Jia, respetando la decisión de su amiga. Luego extendió una pequeña caja hacia Nayoung.

Nayoung frunció el ceño, extrañada.

—¿Qué es eso?

—Son... —Jia miró a la puerta, bajando la voz antes de continuar— ...son pastillas del día después.

Nayoung abrió los ojos, incrédula, y se giró para mirarla directamente.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No sé, pero dudo que tú y Parker hayan usado protección esa noche. Y como no lo recuerdas, es mejor prevenir —dijo Jia con seriedad.

Nayoung sintió un nudo en el estómago. El caos de esa noche seguía persiguiéndola. Pero Jia tenía razón. Era mejor prevenir.

—Está bien. Tráeme un vaso de agua —pidió Nayoung, sintiendo el peso de la decisión. Jia rápidamente le alcanzó un vaso, y Nayoung tragó la pastilla, esperando que todo saliera bien.

Por una vez, Jia había pensado en algo sensato. Ahora solo podían esperar que la solución funcionara y que el efecto de la pastilla fuera suficiente para evitar mayores complicaciones.


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GOLDEN JWAE - JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora