☰Kim Nayoung☰
Cerré la puerta del baño tras de mí, agotada. Había vuelto a casa y lo primero que hice fue darme una ducha para tratar de relajarme. El agua caliente apenas lograba calmar mis nervios, y aunque mi cuerpo lo agradecía, mi mente seguía en caos. Jimin aún no había llegado, y la verdad, no quería que lo hiciera. Sabía que en cuanto lo viera, las lágrimas que tanto me esforzaba en contener terminarían por desbordarse. No estaba preparada para enfrentarlo, pero sabía que debía seguir fingiendo; si dejaba caer la máscara, todo se arruinaría.
El nudo en mi estómago era insoportable, la ansiedad me consumía por dentro. Cada segundo que pasaba, el tic-tac del reloj aumentaba mi inquietud, como si el tiempo mismo estuviera conspirando en mi contra. Me sequé el cabello de forma apresurada, intentando distraerme de los pensamientos que me atormentaban. Me puse la pijama, deseando esconderme bajo las sábanas antes de que Jimin volviera. Si llegaba mientras yo estaba ya en la cama, simplemente me haría la dormida. No quería hablar, no quería enfrentar esa realidad.
Unos minutos después, escuché el sonido inconfundible de la puerta principal abriéndose. Jimin había llegado. Su voz resonó en la planta baja, llamándome. Mi nombre en sus labios me hizo encogerme de dolor, pero no respondí. Supe que estaba subiendo las escaleras cuando oí sus pasos acercándose cada vez más. Mi corazón latía con fuerza, acelerado, como si fuera a salirse de mi pecho. Cerré los ojos, esperando que mi actuación de sueño fuera convincente, aunque todo mi cuerpo temblaba de anticipación.
La puerta de la habitación se abrió, el leve chirrido de las bisagras me hizo estremecer. —Nayoung —susurró con suavidad, acercándose—. Cariño...
Sentí su mano acariciar mi mejilla con ternura, pero esa caricia que antes habría sido reconfortante, ahora me provocaba rechazo. No dijo nada más y se alejó al baño. El alivio que sentí al verlo marchar era casi palpable, pero el asco y la ira seguían latentes en mi interior. Todo lo que pude pensar en ese momento fue que al menos, mientras se duchaba, el olor a otra mujer se le quitaría antes de meterse a la cama conmigo.
Mantuve mi cuerpo inmóvil, obligándome a parecer relajada, aunque en realidad, estaba tensa como un resorte a punto de estallar. Escuché el sonido del agua de la ducha apagarse, y unos minutos después, Jimin salió del baño. Se había duchado, como esperaba, y no tardó en meterse en la cama. Sentí su cuerpo acercarse al mío, abrazando mi cintura. El contacto de su piel contra la mía me revolvió el estómago. Quería apartarme, quería gritar que no me tocara, que su presencia me repugnaba, pero no lo hice. Me quedé quieta, soportando su abrazo, mientras una ola de náuseas subía por mi garganta.
No podía seguir así mucho más tiempo. Algo tenía que cambiar, o me rompería.
A la mañana siguiente, me levanté temprano, mucho antes de que el sol asomara por el horizonte. El cuarto estaba oscuro y en silencio, excepto por la respiración profunda de Jimin a mi lado. Intenté moverme sin hacer ruido, pero fue difícil. Incluso estando dormido, él no me quería soltar. Sus brazos me envolvían como una prisión invisible. Cada vez que intentaba deslizarme fuera de su agarre, su cuerpo reaccionaba, ajustándose alrededor de mí como si instintivamente supiera que quería escapar. Después de lo que parecieron horas, finalmente logré soltarme, mi corazón latiendo rápidamente mientras me deslizaba fuera de la cama con cuidado, mis pies tocando el suelo frío.
Sabía que estaba huyendo de la situación. El solo hecho de salir del cuarto me dio una pequeña sensación de alivio, aunque una parte de mí se sentía culpable. Pero, ¿por qué debería sentirme culpable? ¿Por qué tenía que soportar esta farsa, este dolor, cuando él era el que se estaba acostando con otra? Prefería huir a quedarme y enfrentar sus miradas, su desprecio disfrazado de afecto. No iba a darle la satisfacción de verme humillada, con lágrimas en los ojos, rogándole que me explicara sus mentiras.
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GOLDEN JWAE - JK
FanfictionLas luces LED parpadeaban y danzaban en todos los edificios, lanzando un resplandor vibrante sobre la ciudad del pecado, Las Vegas, Nevada. Cuatro jóvenes, llenas de emoción y expectativa, arribaban a la ciudad con planes de disfrutar de una noche i...