☰ROUND 22☰

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☰Kim Nayoung☰


Caminaba sin rumbo, perdida en una nube de pensamientos que no dejaban de girar en mi cabeza. Las calles de la ciudad, que normalmente me resultaban familiares y acogedoras, ahora me parecían ajenas, frías. Cada paso que daba me alejaba más de todo lo que conocía, pero también me mantenía en ese espacio suspendido entre la negación y la realidad aplastante que me golpeaba con cada imagen del video que Jia me había mostrado. Jimin, con otra mujer. Mi Jimin. El hombre que prometió amarme, respetarme, cuidarme. Ahora, solo una sombra de lo que creí que éramos.

Mis pies se movían solos, mientras mi mente seguía atrapada en la maraña de preguntas sin respuesta. ¿En qué fallé? ¿Qué hice mal? Lo amaba con cada parte de mi ser, lo había dado todo por él. Cada sacrificio, cada gesto, cada sonrisa que le dedicaba. Todo lo que fui y lo que soy lo di por él, por nosotros. ¿Qué fue lo que me faltó? Era una pregunta que me taladraba, porque no había una respuesta que pudiera satisfacer el vacío que sentía en mi pecho.

Llegué a una tienda de conveniencia sin darme cuenta. El zumbido de la ciudad a mi alrededor era solo un eco distante, como si el mundo estuviera pasando en cámara lenta y yo fuera un simple espectador. Tomé una botella de leche de plátano, la primera cosa que vi, y me dirigí a la caja. La pagué en automático, sin siquiera recordar cuánto había costado, y salí. ¿Pensaban que ahogaría mis penas en alcohol? Pues no. Por más herida que estuviera, no lo haría. Desde lo que pasó en Las Vegas, le agarré miedo al alcohol. Odiaba lo que me recordaba. Me senté en una de las mesas afuera, como si mi cuerpo solo buscara un lugar para detenerse y procesar el caos en el que me encontraba.

¿Cómo llegamos hasta aquí? Me preguntaba mientras daba un sorbo de la leche. El sabor dulce me resultaba extraño en un momento tan amargo. ¿Por qué lo hizo? Quizá siempre fui ingenua, siempre confié demasiado en él, siempre lo idealicé. Quise pensar que, si le daba todo, si le demostraba cuánto lo amaba, nunca me traicionaría. Pero lo hizo. Y no solo una vez. Me mintió, me traicionó, y todo ese amor que juró tenerme ahora parecía una farsa, un espejismo que me mantuvo ciega a la verdad.

Me daba miedo pensar en el futuro. ¿Cómo voy a seguir adelante después de esto? No me imaginaba una vida sin él, sin nosotros, pero tampoco podía imaginarme perdonándolo, volviendo a confiar en él. Era como si todo lo que había soñado se desmoronara frente a mí. Y lo peor es que no sabía qué hacer. Quería gritar, llorar, exigirle respuestas, pero también quería desaparecer, dejar todo atrás, huir de la verdad que me aplastaba.

 ¿Cuánto tiempo llevaba viéndome la cara? Me repetía, pero el dolor estaba ahí, inmenso, pesado, sofocante. Tomé otro sorbo de la leche y me quedé mirando el cielo, que empezaba a nublarse. La ciudad seguía su ritmo, como si nada hubiera pasado, pero para mí, el mundo había dejado de girar. 

-¿Y ahora qué?-

 La pregunta seguía ahí, sin respuesta, y por primera vez en mi vida, no sabía si podría encontrarla. Lo único que sabía con certeza era que ya no quedaba nada de lo que una vez fue mi vida perfecta. Solo quedaban los escombros, y no sabía si tenía la fuerza para reconstruirlos.

Volví la mirada hacia un anuncio en la fachada de la tienda de conveniencia, mostrando playas lejanas, ciudades vibrantes y destinos exóticos al otro lado del mundo. Un paraíso prometido a quienes buscaban desconectar de todo. La imagen me atrapó por un momento, y sentí un deseo profundo de desaparecer, de perderme en un lugar donde nadie me conociera, donde el dolor no pudiera alcanzarme. No quería volver a esa casa, ese lugar que había sido mi hogar y que ahora solo representaba recuerdos rotos, mentiras y promesas incumplidas.

GOLDEN JWAE - JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora