☰ROUND 27☰

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☰Jeon Jungkook☰


Me presenté en el despacho de un amigo mío, un abogado en un bufete en Daegu. No recordaba exactamente dónde estaba, pero al ver una noticia en la televisión sobre un caso que él había tomado y ganado con éxito, supe que estaba aquí en Daegu. La adrenalina corría por mis venas; era un riesgo presentarme después de todo lo que había pasado, pero necesitaba verlo, pues el podría ayudarme.

Me acerqué a la recepcionista, que parecía un poco distraída mientras organizaba algunos documentos. Pregunté por mi amigo y, después de unos segundos, ella me informó que estaba en una sesión, pero que no tardaría en terminar. La espera se sintió eterna. Miré a mi alrededor, sintiéndome fuera de lugar. La sala estaba llena de un ambiente profesional que contrastaba con mi propia confusión interna. Pensé en cómo reaccionaría al verme. Gracias a Haeri y Jimin, todo el mundo creía que yo estaba muerto, y estaba seguro de que él también pensaba así.

Mientras esperaba, mi mente se llenó de recuerdos: las risas compartidas, las largas conversaciones y la confianza que siempre habíamos tenido. Esa conexión parecía un mundo aparte de la realidad en la que me encontraba ahora.

De pronto, la voz de la recepcionista me llamó, rompiendo mi ensueño. Me dijo que mi amigo ya estaba en su oficina y que podía pasar. Me indicó por dónde era, y, con el corazón acelerado, entré. El nudo en mi estómago se hizo más grande al verlo; estaba sentado en su escritorio con unos papeles en la mano, concentrado en su trabajo.

—Siéntese, por favor —dijo, sin levantar la vista de los documentos. Su voz era familiar, pero su atención seguía en su tarea. Sin embargo, al notar mi silencio, levantó la mirada. Sus ojos se abrieron de par en par, incapaces de procesar lo que veían. Se levantó de golpe, asombrado.

—¿Jungkook? —logró decir entrecortado, como si temiera que fuera un sueño.

—El mismo, Nam —respondí, una pequeña sonrisa asomándose en mis labios. Antes de que pudiera decir más, él corrió hacia mí, abrazándome con fuerza. Yo correspondí al abrazo, sintiendo cómo la calidez de su apoyo me envolvía.

—Pero, ¿cómo es posible? —dijo, separándose un poco para mirarme, como si intentara encontrar alguna respuesta en mi rostro. Sus ojos reflejaban incredulidad, y me dio la sensación de que aún no podía creer que estuviera allí—. Jeon, se supone que estás muerto.

—Pues ya ves que no, no lograron matarme —dije con seriedad, mi tono más grave al recordar lo que había pasado.

—¿Qué? ¿Pero quién? —preguntó, su voz llena de asombro.

Tomé un respiro profundo, sintiendo que era el momento de contarle todo. Ambos nos sentamos, buscando el mejor modo de abordar la conversación. La tensión en el aire era palpable, pero sabía que no podía posponerlo más. Comencé relatándole todo desde el principio: cómo había llegado a esa situación, las traiciones que había enfrentado y los tres años de oscuridad y lucha que había vivido. También le hablé de Nayoung, de cómo ella había sido mi apoyo en los momentos más difíciles y de los planes que estábamos trazando para recuperar lo que me pertenecía.

Mientras hablaba, podía ver cómo su incredulidad se transformaba en preocupación. Él parecía aturdido, incapaz de procesar la magnitud de lo que le estaba contando. Era evidente que las piezas del rompecabezas no encajaban, y eso lo inquietaba. Finalmente, después de un largo silencio, me confesó que tampoco se sentía conforme con la versión de los hechos que Haeri había compartido con todos. Algo en su relato no cuadraba; la idea de mi muerte repentina lo atormentaba.

GOLDEN JWAE - JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora