GOLDEN JWAE - JK

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En medio de la confusión y la neblina que envolvía mi mente, logré reconocer sus rostros. Vince, Tom y Will... ¿Qué demonios hacían ellos aquí? Era como un maldito déjà vu, solo que esta vez, las circunstancias eran completamente diferentes. Todo me resultaba borroso, como si estuviera atrapado en un sueño del que no podía despertar. Intenté procesarlo, pero no tuve tiempo de reaccionar cuando Vince me propinó el primer golpe. El impacto fue directo en mi abdomen, y sentí cómo el aire me abandonaba en un solo jadeo. Mi cuerpo se tambaleó, la fuerza de su puñetazo me dobló, dejándome a punto de caer. Pero antes de que pudiera tocar el suelo, Will me empujó brutalmente, haciéndome estrellar contra el piso con una violencia que sacudió cada hueso de mi cuerpo.

Solté un gruñido ahogado mientras el dolor reverberaba en cada rincón de mi ser. Intenté moverme, pero mi cuerpo no respondía. Todo estaba mal. Mis músculos se sentían entumecidos, como si el peso del mundo estuviera aplastándome. Mi cabeza aún daba vueltas, y la maldita niebla no me permitía pensar con claridad. No sabía cómo había terminado aquí, en este lugar infernal, pero algo dentro de mí susurraba que esto no era casualidad. Alguien, en algún lugar, estaba detrás de todo esto.

Antes de que pudiera procesar más, sentí cómo me levantaban por los brazos. Las manos de Tom y Will me sujetaban con fuerza, inmovilizándome mientras Vince se colocaba frente a mí. Sus ojos estaban llenos de odio, brillando con esa crueldad característica que conocía demasiado bien. Y antes de que pudiera siquiera intentar defenderme, él golpeó de nuevo, esta vez en el estómago con una fuerza descomunal. El dolor me atravesó como un cuchillo, sacándome un gruñido ahogado.

Intenté zafarme, luché con cada fibra de mi ser, pero no servía de nada. Mi cuerpo estaba entumecido, mis extremidades no respondían como debían. Me sentía como una marioneta rota, inservible. ¿Qué me habían hecho? ¿Qué mierda me habían inyectado? Mi frustración crecía con cada golpe que recibía, y con un último puñetazo, escupí sangre. El sabor metálico invadió mi boca, mientras una mezcla de dolor y rabia comenzaba a arder dentro de mí.

Caí de rodillas cuando me soltaron, pero no me dejaron descansar. Vince me lanzó otra patada al costado que me hizo rodar por el suelo. Aún así, no grité. No les daría ese placer. Cada respiración era una tortura, pero mantenía mis ojos enfocados en ellos. Aunque apenas podía mantenerme consciente, me negaba a ceder. No después de todo lo que había pasado. Sentía cómo la ira comenzaba a apoderarse de mí, pero también sabía que no duraría si seguían golpeándome de esa manera.

Podía oír a lo lejos el sonido de gritos y vítores, pero todo parecía lejano. Traté de levantarme, de hacer algo, cualquier cosa para no ser un maldito saco de boxeo. Pero no era solo el dolor físico lo que me pesaba, era la humillación. Ellos me habían reducido a esto, a una sombra del hombre que una vez fui. Sentía mi cuerpo debilitado, y eso era lo que más me enfurecía. Nunca había sido de los que se rendían, nunca.

Con fuerzas que no sé de dónde salieron, me levanté tambaleante, el dolor se extendía por todo mi cuerpo, pero algo profundo, más allá de la simple resistencia física, me impulsaba a seguir. Sentía la rabia hervir dentro de mí, una mezcla de impotencia y determinación. No iba a dejar que terminaran conmigo de esta manera, no después de todo lo que había soportado. No podía permitírmelo.

—Ganaste muchas peleas, Parker —dijo Vince con su sonrisa burlona, disfrutando del espectáculo de mi sufrimiento. Su tono era despreciativo, seguro de que estaba acabado—. Pero esta no la vas a ganar.