☰ Ian Parker ☰
Este último mes ha sido una locura. Desde que comenzamos esta gira con Vince y los demás, nos hemos movido sin parar por varias ciudades de Filipinas. Cada lugar parecía más lleno que el anterior, y aunque al principio tenía mis dudas sobre cómo Vince logró conseguirme un pasaporte y documentos que parecieran legales, ahora parece que no hay vuelta atrás. Aun así, no puedo evitar estar en constante alerta, con el miedo latente de que, en cualquier momento, podrían atraparme en algún aeropuerto o frontera. Pero hasta ahora, la suerte ha estado de mi lado, y eso es lo que cuenta.
Las peleas han sido intensas. Casi puedo sentir la adrenalina en mis venas cada vez que subo al ring. No es solo el golpe, es el ruido, el olor a sudor, el eco de la gente gritando, algunos animando y otros esperando mi caída. Es como si todo se volviera borroso excepto por el siguiente movimiento, el siguiente golpe. Y el dinero... Vince no exageraba cuando decía que llovería. Estamos ganando una cantidad ridícula de dinero, y eso que apenas estamos comenzando.
Lo más sorprendente es la gente que asiste. No se trata solo de matones o aficionados, sino de personas de la alta sociedad, gente que no sabrías que está metida en esto solo con mirarla. Son ellos quienes ponen las grandes cantidades sobre la mesa, los que hacen que todo esto siga en pie. Es impresionante ver cómo personas con tanto poder y riqueza gastan fortunas en apuestas clandestinas, como si fueran juguetes para ellos. Es surrealista, pero es el mundo en el que me he metido.
Ahora hemos llegado a Bangkok, Tailandia, una ciudad donde este tipo de negocios clandestinos florecen sin mucho esfuerzo. Las peleas ilegales aquí son prácticamente parte del paisaje. El ambiente es diferente a cualquier otro lugar; es caótico, vibrante, y las apuestas son aún mayores. Sé que Vince tiene grandes expectativas para esta parada. Me lo dijo en el vuelo: Aquí es donde realmente hacemos el dinero, Parker. Aquí es donde te vas a consagrar.
Pero no es solo el dinero lo que me mueve. Cada pelea me acerca un paso más a mi objetivo. He estado guardando cada centavo, no solo para sobrevivir, sino para descubrir quién soy en realidad.
El ambiente en la arena clandestina estaba cargado. El calor sofocante se mezclaba con el humo de los cigarros y el murmullo excitado de la multitud. Las luces parpadeaban intermitentemente, lanzando sombras sobre las paredes de concreto mientras me dirigía hacia el centro del ring. Mis puños ya estaban envueltos en vendas, listos para el combate. A mi alrededor, la multitud coreaba nombres, algunos conocidos, otros simplemente esperando ver a alguien caer.
Enfrente, mi oponente, un tipo corpulento de más de 1.90 metros, con tatuajes que cubrían sus brazos como una red de cicatrices. Podía ver la confianza en su rostro, la misma mirada que he visto tantas veces antes. Para ellos, soy solo otro oponente, alguien a quien deben destruir. Pero hoy no. Hoy, soy más que eso. Soy Ian Parker, y no vine aquí para perder.
El rugido de la multitud alcanzó su clímax cuando el anunciador dio la señal. No había campana, no había árbitros, solo sangre, sudor y el sonido de los cuerpos chocando.
El primer golpe lo dio él, directo a mi cara. Lo vi venir, pero en lugar de esquivarlo por completo, incliné mi cabeza justo lo suficiente para que apenas me rozara. Sentí el aire cortante pasar, pero mantuve la calma. No mostrar miedo, ese era el truco. Apreté mis puños y lancé un gancho bajo, apuntando a sus costillas. El sonido sordo del impacto resonó y vi cómo se inclinaba ligeramente, pero no lo suficiente. Este tipo era duro.
Su respuesta fue rápida, un derechazo directo a mi estómago. El golpe fue fuerte, y por un segundo me quedé sin aire, pero retrocedí, ajustando mi guardia. No podía darle la ventaja de verme debilitado. Ya había pasado por esto antes. Ya sabía cómo manejar el dolor.
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GOLDEN JWAE - JK
FanfictionLas luces LED parpadeaban y danzaban en todos los edificios, lanzando un resplandor vibrante sobre la ciudad del pecado, Las Vegas, Nevada. Cuatro jóvenes, llenas de emoción y expectativa, arribaban a la ciudad con planes de disfrutar de una noche i...