CAPÍTULO 28

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POV ARTEM ROMANOV


El silencio en la habitación se sentía como un yugo asfixiante. Todos me observaban fijamente, expectantes, esperando las órdenes para proceder. Seis pares de ojos estaban clavados en mí, sabiendo exactamente que entre Lia y yo había ocurrido algo que no podían ignorar, y ahora ella se había comprometido con otro... justo en mis malditas narices.

Adrik fue el primero en romper el silencio.

—No fui hasta Japón a bombardear sus sedes para que Lia sea tan imprudente como para meterse de lleno en la jodida boca de esos bastardos que, después de lo que les hicimos, la harán pagar. ¡Déjame ir por ella! —gritó alterado.

Demasiado alterado. Y eso era un problema, porque él no se dejaba llevar por sus emociones. Siempre era calmado, calculador y frío. Las pocas veces que había perdido el control, nadie alrededor salió ileso.

Los músculos de mi mandíbula se tensaron al verlo en ese estado. Su furia era un reflejo de la mía, pero yo no podía permitirme el lujo de mostrarlo.

—Adrik —siseó su gemelo con firmeza, interponiéndose ligeramente entre nosotros—. Sal un momento.

—No me iré —insistió, caminando directo hacia mí con la mandíbula apretada—. Dame la orden, Pakhan. Dame la maldita orden para matar a ese hijo de puta y traer a nuestra hermana sana y salva.

Me sostuvo la mirada, y por un segundo, sentí el peso de su desesperación como si fuera mía. Sabía que tenía razón. Todo mi ser quería gritarle que yo mismo iría por ella, que arrancaría a Kai de su miserable vida y traería a Lia de vuelta. Pero no podía. Era el Pakhan. Mi deber estaba por encima de mi amor por ella.

Negué lentamente, reprimiendo cada emoción que amenazaba con consumir mi control.

—¿Qué? —murmuró con incredulidad.

—Nadie irá... al menos no por ahora.

—¡Ella está en peligro! —intervino Aleksey, visiblemente frustrado—. Tenemos que ir por ella.

Me aparté, alejándome de la presión de sus miradas, y me dirigí al ventanal detrás de nosotros. Observé el mar extendiéndose bajo el horizonte y respiré profundamente, forzándome a apagar cualquier vestigio de amor por Lia, a centrarme solo en la verdad cruda y desnuda que se alzaba frente a mí.

—Lia no está en peligro —murmuré, casi para mí mismo, aunque todos escucharon—. Son ellos... tienen a un puto caballo de Troya en su propia casa. Lia es su perdición y aún no lo saben.

Una sonrisa irónica se dibujó en mis labios. No sabía por qué Lia había decidido comprometerse con Kai, pero si lo había hecho, entonces había una razón de peso detrás.

Me volví hacia ellos, observando cada rostro con determinación.

—Ellos no la matarán —dije con más confianza—. No ahora que son vulnerables. Le daremos dos meses para que vuelva, y si no lo ha hecho para entonces... —Hice una pausa, mis ojos recorriendo los rostros de los hombres frente a mí— ...iremos por ella.

—Dos meses es mucho tiempo —habló Aleksander, su ceño fruncido, claramente preocupado—. ¿Y mi tío? ¿Cómo evitarás que vaya por su hija?

—Lia se fue con Kai después de una llamada que tuvo con él. Le dijo que iba a una operación... y eso es exactamente lo que seguirá pensando. No puede saber la verdad.

Akin se inclinó ligeramente hacia mí, su expresión desconcertada.

—¿Por qué? —preguntó.

Lo miré directamente a los ojos, sin vacilar.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora