CAPÍTULO 32

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POV LIA ROMANOVA


La boda había sido, en apariencia, una obra maestra de elegancia. La decoración, meticulosamente cuidada, parecía haber sido sacada de una revista de lujo. Cada detalle, desde las flores hasta la iluminación tenue, parecía pensado para hacer de este evento un sueño hecho realidad. Sin embargo, al mirar hacia el altar, había sido imposible no notar el terror en los ojos de la novia.

A pesar de su vestido impecable, de encaje y seda, su rostro pálido traicionaba su angustia. Apenas podía contener las lágrimas. Su cuerpo temblaba ligeramente, como si con cada segundo que pasaba se acercara más a una condena inevitable. No era para menos, después de todo, estaba a punto de unirse en matrimonio con un hombre que podría ser su padre, un ser repulsivo en todos los aspectos, tanto física como moralmente. El hombre, con una piel curtida y una sonrisa asquerosa, encarnaba todo lo podrido en este mundo.

Me hervía la sangre al verla atrapada en un destino miserable. La injusticia de su situación era abrumadora. Esa impotencia me carcomió por dentro. Quise arrancarla de ahí, hacer algo, cualquier cosa, pero sabía que mi papel en esta situación era otro.

Así que cuando Kaito me preguntó qué tal me había parecido, no pude evitar mi desagrado y decirle la verdad.

—¿Cómo me ha parecido? —Mis ojos destilaban furia mientras lo enfrentaba—. Esa pobre mujer acaba de ser vendida a un cerdo repulsivo que va a hacer de su vida un infierno. ¿Cómo esperas que me parezca? Es un asco.

Su expresión se endureció de inmediato. Su mandíbula se tensó, pero no respondió. En lugar de hacerlo, le dio una señal discreta a su hijo, quien rápidamente me sacó de la vista de su padre, como si mi presencia fuera una mancha que debía eliminarse. No importaba; había dicho lo que tenía que decir.

Durante la cena, nos sentamos en una mesa alejada de Kaito. Mientras todos los demás hablaban en japonés, me obligué a mantener una expresión de aburrimiento, aunque cada palabra se grababa en mi memoria. Los secretos que compartían me resultarían útiles en el futuro, y si algo sabía hacer bien, era convertir cada momento en una oportunidad para aprender y prepararme.

Cuando la fiesta empezó a animarse, Kai desapareció, dejando claro que tenía negocios que atender. No me importaba con quién o por qué; de hecho, agradecía la oportunidad de tener un momento para mí. Estaba a un paso de largarme de ahí cuando escuché una voz familiar detrás de mí.

—Lia —Stepan apareció a mi lado, su rostro serio, casi rígido. Me miraba con una mezcla de urgencia y cautela que no me gustaba.

Le lancé una mirada de reojo, evaluando su estado antes de responder.

—¿Qué pasa?

—Necesito que me acompañes arriba por unos minutos —respondió sin rodeos. Algo en su voz me puso alerta.

Fruncí el ceño y lo miré directamente.

—¿Por qué estás tan tenso, Stepan?

—Por favor, solo acompáñame. Te lo explico en el camino.

Sin decir más, asentí. Algo me decía que no podía ignorarlo, y mi instinto raramente fallaba. Salimos del salón con rapidez, ambos en silencio mientras nos dirigíamos hacia los ascensores. El ambiente en los pasillos era completamente distinto al bullicio de la fiesta.

Cuando marcó un código en el ascensor que nos llevó directamente al último piso, mis sospechas se confirmaron.

—¿Cómo conseguiste ese código? —pregunté, con la tensión acumulándose en mi voz.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora