POV LIA ROMANOVA
Cuando Kai llegó alrededor de las nueve de la noche a mi habitación y me contó lo que había sucedido con su madrastra, supe que era cuestión de tiempo antes de que Kaito apareciera. Como aún no podía hacer nada contra él, necesitaba ganar tiempo, así que le pedí que durmiera conmigo. Quizás su padre lo pensaría dos veces antes de irrumpir en mi cuarto.
Pero cuando sentí algo frío en mi cuello, supe que ni siquiera llegó a considerarlo.
Abrí los ojos lentamente y vi a uno de los guardias de Kaito. Llevó un dedo a sus labios en señal de silencio y me indicó la puerta. Bajo la cama, apreté el brazo de Kai con toda la fuerza que pude, intentando despertarlo.
Asentí hacia el guardia y me levanté con cautela.
Kai estaba profundamente dormido, y el apretón de mi mano en su brazo no lo despertó de inmediato. Maldije internamente por haber confiado en que su presencia podría protegerme. Su padre no era un hombre que respetara límites, ni siquiera los más sagrados.
El guardia mantuvo el dedo sobre sus labios. Sabía que no podía hacer nada para evitar lo que vendría. Me levanté lentamente, deslizando las mantas sin hacer ruido, sintiendo el frío de la habitación clavarse en mi piel como una advertencia. Mi cuerpo estaba alerta, con cada nervio encendido.
Caminé hacia la puerta, con pasos suaves, casi inaudibles, mientras el guardia me seguía de cerca. A medida que avanzaba, mi mente trabajaba frenéticamente, buscando una manera de ganar tiempo, de evitar lo inevitable.
El pasillo estaba vacío, frío y silencioso, excepto por el eco de nuestras pisadas. El guardia me condujo hasta una sala oscura, mal iluminada por una sola lámpara tenue que proyectaba sombras inquietantes en las paredes. Al entrar, lo vi: Kaito estaba sentado en una silla, su rostro serio, las líneas de la edad marcadas en su piel, pero su mirada...
Estaba en problemas, eso lo sabía, y aun así no pude evitar reírme.
Me crucé de brazos, con una sonrisa burlona dibujada en mis labios.
—Necesito dormir, Kaito —expliqué, manteniendo la voz ligera, casi juguetona—. Quiero lucir esa "aura hermosa y gentil" que todas las mujeres tienen el día de su boda, ¿sabes?
Él se levantó de la silla lentamente. La luz tenue de la lámpara proyectaba sombras siniestras en su rostro, haciendo que sus ojos brillaran con una furia contenida.
—Has sentenciado tu maldita tumba, perra —gruñó con la voz cargada de veneno—. Te torturaré, y desearás cada segundo no haber puesto un pie en esta casa.
Escupió al suelo cerca de mis pies, su desprecio más claro que nunca. La amenaza en su mirada era tan intensa que sentí el peso de cada palabra.
—Tus restos se los daré de comer a mis animales —continuó, mientras sus labios se torcían en una sonrisa cruel—. Lo único que tu maldita familia recibirá de ti será tu cabeza.
Cuando hizo una señal al guardia que me había traído, mi cuerpo reaccionó antes de que pudiera pensar. Fui más rápida, agarrando el brazo del hombre con una fuerza que lo tomó por sorpresa. Con un giro preciso, lo hice arrodillarse frente a mí, y con un movimiento práctico, le rompí el cuello. El sonido seco resonó en la sala, y el cuerpo del guardia cayó al suelo como un saco vacío.
Me acerqué a él.
—No volverás a tocarme —susurré entre dientes—. Te respeto, Kaito. Ahora tú respétame a mí. Soy tu familia ahora, y sería mejor que empieces a actuar como tal, como mi padre.
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OSCURA ATRACCIÓN
JugendliteraturArtem Romanov y Lia Romanova, criados como hermanos bajo la sombra del pakhan de la bratva rusa, comparten un vínculo especial que trasciende los lazos de sangre. A medida que el tiempo avanza, el inocente afecto de la infancia se transforma en un a...