POV LIA ROMANOVA
Cuando abrí los ojos, el dolor me atravesó como una descarga eléctrica. Un gemido involuntario escapó de mis labios, mientras mi cuerpo entero protestaba con cada pequeño movimiento. Cada respiración era una tortura, como si las costillas me perforaran por dentro, y el simple hecho de intentar girar la cabeza me hizo querer gritar. Mi instinto de supervivencia se activó al instante, y mi mente nublada buscó señales de peligro. Estaba malditamente débil, y en este estado, era un blanco fácil. No podía permitirme bajar la guardia.
Mi mirada recorrió el cuarto con rapidez, buscando cualquier indicio de una amenaza, pero el lugar parecía tranquilo, casi en paz. No había señales inmediatas de que algo estuviera mal, pero eso no significaba nada.
Lentamente, bajé la mirada hacia mi cuerpo. Vendas blancas envolvían mi caja torácica, apretadas, pero no lo suficiente como para evitar el dolor que sentía al respirar. Alcé mis manos temblorosas hacia mi rostro, y el contacto fue un recordatorio de lo que había sufrido. Partes de mi cara estaban hinchadas, tan sensibles al tacto que apenas podía soportarlo. Sentí el borde de mis labios partidos.
El recuerdo de los golpes de Kaito regresó con una claridad dolorosa. Cada puño que aterrizó sobre mí trajo consigo una sensación de impotencia que me consumía, pero también alimentaba mi rabia. No debía haber sido así, me había preparado para momentos como este, había entrenado mi cuerpo y mi mente para soportar el dolor, para no ceder. Pero algo en mí se había roto esta vez. Tal vez fue la cabeza de Stepan, la imagen que aún se clavaba en mi mente como un cuchillo. Tal vez fue el hecho de que, esta vez, había perdido más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Respiré profundamente, a pesar del dolor, forzándome a mantener la calma. Sabía lo que tenía que hacer. Me moví lentamente, obligando a mi cuerpo a soportar el dolor mientras intentaba ponerme de pie. Cada músculo protestaba, pero lo ignoré.
La puerta se abrió de repente y Kai entró como una tormenta, sus ojos oscuros llenos de preocupación.
—¡¿Qué haces levantada?! —exclamó, apresurándose a mi lado. Sus manos, fuertes pero cuidadosas, me ayudaron a acostarme de nuevo en la cama—. ¡Tienes que descansar, maldita sea! —gruñó, casi desesperado—. ¿Cómo te sientes?
—Bien —respondí con una calma que no sentía en lo absoluto.
¿Cuánto tiempo tardará en pedirlo?
Sus ojos se oscurecieron aún más, sus labios se apretaron en una línea dura. Parecía más preocupado que nunca, como si mi bienestar en este momento fuera más importante que todo lo demás.
—Estuviste tres días inconsciente, Lia. No es normal para alguien como tú, estás más débil.
Fruncí el ceño, procesando lo que acababa de decir. Tres días. Mi mente estaba nublada, y aunque podía sentir mi debilidad física, aún no comprendía completamente la causa. Era extraño, algo en mi cuerpo no estaba funcionando como debería.
Alcé mi mano, temblorosa, y la llevé lentamente hacia su rostro, rozando su mejilla con suavidad. Su piel estaba cálida bajo mis dedos, pero en mis ojos no había ternura.
—Te mataré, Kai —susurré, con una sonrisa fría y torcida. Mis labios apenas se movieron, pero mis palabras fueron claras—. No hoy, pero lo haré.
Sus ojos se abrieron ligeramente, y vi cómo su postura cambió de inmediato. Retrocedió un paso, como si mis palabras lo hubieran golpeado físicamente. Su expresión pasó de la sorpresa a la resignación, y luego a una calma inquietante.
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OSCURA ATRACCIÓN
Roman pour AdolescentsArtem Romanov y Lia Romanova, criados como hermanos bajo la sombra del pakhan de la bratva rusa, comparten un vínculo especial que trasciende los lazos de sangre. A medida que el tiempo avanza, el inocente afecto de la infancia se transforma en un a...