POV ARTEM ROMANOV
—¿Cuándo piensas torturar a los ingleses que capturamos? —preguntó Sergei en cuanto cruzó el umbral de mi oficina—. Han pasado varias semanas... ¿piensas perdonarlos?
Terminé de enviar un correo a Adrik, permitiéndome unos segundos de reflexión antes de responder.
Negué lentamente.
—Nos robaron. —Mi voz salió baja—. No pueden tener una muerte rápida.
Me recosté en mi silla de cuero negro y lo observé fijamente, captando cada reacción en su rostro. Estábamos acostumbrados a la violencia, pero lo que planeaba era algo distinto, algo que rozaba lo psicológico.
—No hay nada peor —continué, manteniendo mi mirada en la suya—. Que saber que vas a morir, pero aún no lo hayas hecho. Esa espera... es una tortura en sí misma. Lenta, sofocante, delirante.
Una leve sacudida en su expresión me indicó que lo había entendido.
—No lo había visto de esa manera —murmuró, cruzándose de brazos.
—Hay muchas formas de torturar a una persona, Sergei. Hacerles esperar su final es más efectivo que romperles los huesos desde el principio, además, aun esperó nuevos juguetes que estrenaré con ellos —agregué, dejando que mis palabras se filtraran como veneno en el aire, antes de que el sonido de mi teléfono rompiera el ambiente tenso.
Al ver la pantalla, me sorprendió que fuera mi tía Sofía. No era común que me llamara durante el día, y menos a esta hora. Sabía que yo estaba ocupado, al igual que ella.
—¿Hola? —pregunté al descolgar—. ¿Pasa algo?
—No, sobrino, no tienes de qué preocuparte —respondió con su tono habitual, aunque había una inquietud sutil en su tono—. Pero... necesito un favor de tu parte.
Me enderecé en la silla, dejando a Sergei de lado por un momento. El simple hecho de que ella pidiera algo capturaba mi atención. Mi tía había cuidado de mí como si fuera su propio hijo; jamás podría negarle algo.
—Lo que sea, dime —contesté de inmediato, sin pensarlo dos veces.
—Sé que te mudaste solo hace poco, y aún no has contratado a nadie para que te ayude con la casa o la cocina. —Empezó, su tono cauteloso—. Y bueno...
Sus palabras parecían querer llegar a algún punto, pero no entendía aún hacia dónde me estaba llevando.
—Sí, pero Masha ya consiguió a alguien para la casa. Solo falta la cocina, pero me aseguró que lo resolverá pronto —aclaré rápidamente—. ¿Por qué lo mencionas?
Hubo un breve silencio en la línea, lo que solo hizo aumentar mi confusión.
—Cometí un error —admitió, su voz quebrándose un poco al otro lado de la línea—. Me encariñé con una paciente... ella murió hace una semana, y su hija se ha quedado sola. Necesita trabajo, Artem. Para pagar la universidad, las deudas de su madre, mantener su casa... está a punto de perderlo todo.
Suspiré, frotándome el puente de la nariz. Aún no entendía cómo podía ayudar en esta situación.
—Aun no entiendo cuál es el favor que me pides —dije con calma, aunque mi paciencia comenzaba a agotarse.
—Hablé con Isabella, pero Darko no permitirá que alguien extraño entre a su casa. Lena se fue, y Andrea no necesita ningún empleado... solo tú puedes ayudarla.
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OSCURA ATRACCIÓN
Teen FictionArtem Romanov y Lia Romanova, criados como hermanos bajo la sombra del pakhan de la bratva rusa, comparten un vínculo especial que trasciende los lazos de sangre. A medida que el tiempo avanza, el inocente afecto de la infancia se transforma en un a...