CAPÍTULO 34

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POV LIA ROMANOVA


Algo no estaba bien. Podía sentirlo en el aire, como una sombra invisible que se cernía sobre todo, pasando desapercibida pero no por eso menos presente. Miré la mesa del comedor y a las personas sentadas en ella, intentando encontrar alguna señal de lo que me inquietaba. Sin embargo, solo confirmaba lo que ya había notado: Kaito y Stepan no estaban.

¿Dónde carajo estaba Stepan?

No pude contenerme más, y la pregunta salió de mis labios antes de que pudiera detenerla.

—¿Dónde está Stepan? —le pregunté a Kai, intentando que mi tono no delatara mi creciente ansiedad.

Él levantó la vista de su plato con calma, sin parecer preocupado en lo más mínimo. Siempre tan tranquilo, tan imperturbable.

—Está en la torre de vigilancia —respondió sin prisa, como si fuera la cosa más normal del mundo—. Le están enseñando a usar un nuevo dispositivo para hacer más eficiente la seguridad tuya.

Su tono relajado logró calmarme, aunque solo un poco. Las cosas con él siempre parecían estar bajo control, pero mi instinto me decía que no debía bajar la guardia.

—Entiendo —respondí, aunque mis pensamientos seguían dando vueltas.

—Come, Lia. Todo está delicioso —me dijo, notando mi falta de apetito.

Lo observé a él, luego a su madrastra, que estaba sentada frente a nosotros. Había algo en la forma en que me miraba, algo que no podía descifrar.

—¿Por qué no has probado la sopa? —pregunté, inclinándome hacia adelante y fijando mi mirada en ella.

Ella me devolvió la mirada, un destello de incomodidad cruzando por sus ojos antes de responder.

—Estoy enferma. Si como, vomitaré.

Fruncí el ceño. ¿Por qué estaría aquí si no tenía intención de comer?

—¿Entonces por qué estás aquí si no vas a comer?

Algo en su presencia me irritaba. Quizás era su frialdad o la manera en que trataba de mantenerse al margen, siempre calculando, siempre midiendo.

Antes de que pudiera decir algo más, sentí la mano de Kai apretando la mía. Me obligó a mirarlo, su expresión firme pero no acusadora.

—Lia, basta —dijo suavemente—. Con ella no vas a ganar.

Claro que lo sabía. Era la adoración de Kaito, y eso la protegía de cualquier cosa que yo pudiera hacer o decir. Asentí lentamente, reconociendo que no valía la pena presionarla más.

—Lo hace por respeto —continuó, manteniendo su mirada fija en la mía—. Ahora, termina tu comida. Papá quiere que lo veamos cuando terminemos, y después discutiremos el avance.

Un leve destello de satisfacción cruzó por mi mente al escuchar la palabra "avance". Después de todo, el hecho de haber eliminado a tres guardias de su padre era un progreso en nuestra misión. Las cosas iban avanzando, poco a poco, pero a nuestro favor.

Asentí lentamente, enfocando mi atención nuevamente en mi plato. Mientras comía, mis pensamientos vagaban por el motivo de la reunión con Kaito. Había pasado todo el almuerzo formulando más de cien razones posibles por las que podría requerir mi presencia. Y ninguna de ellas me parecía buena.

Cuando estuvimos afuera de la sala de reuniones, esperando para entrar, sentí una tensión en el aire que no había percibido antes. Había más guardias de lo habitual. Mi estómago se revolvió con una sensación de alarma. Cuando finalmente nos dejaron entrar, noté que la seguridad en el interior también había aumentado. Era el doble de lo que normalmente tendría en su oficina. Algo estaba terriblemente mal.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora