POV LIA
Dos días después.
¿Norte o sur?
La pregunta resonaba una y otra vez en mi mente, como un eco persistente que se negaba a desvanecerse. Mi elección habría sido el sur, siempre el sur, si eso significara la oportunidad de explorar esos valles que me atraían de una manera irresistible. Sin embargo, no entendía en qué diablos estábamos pensando al permitirnos un momento como ese durante una operación seria y delicada.
Era evidente que las cosas podrían salir mal, y de no ser por la alerta constante de Artem, habríamos terminado heridos por culpa de un maldito que intentaba esconderse de la bratva. No, no estaba concentrada en mi entorno. ¿Cómo podría estarlo cuando tenía ante mis ojos a un dios griego encarnado? Solo su abdomen era una locura.
Exhalé con exasperación mientras terminaba de rallar el queso con movimientos mecánicos y distraídos.
No había nadie más en casa aparte de nosotros dos, y ese momento se presentaba como la oportunidad ideal para preparar pasta y así obligar a Artem a probarla. Se vería forzado a comerse cada bocado.
Una risa traviesa escapó de mis labios mientras continuaba con mi tarea, sumida en mis pensamientos, hasta que de repente, percibí su presencia detrás de mí. Su aura era tan poderosa que parecía como si estuviera acariciándome, algo que había anhelado durante mucho tiempo.
Como si hubiera leído mis pensamientos, sus manos comenzaron a deslizarse lentamente por mi cintura, envolviéndome en un abrazo reconfortante.
—Huele delicioso —susurró, apoyando su barbilla en mi hombro, su voz suave y cálida resonando en mi oído como una caricia.
Cerré los ojos durante unos largos segundos, intentando contener el tumulto de emociones que se agitaban dentro de mí. Estar en una situación tan íntima resultaba abrumador, como si de repente me convirtiera en una inexperta en medio de un mar de sensaciones conocidas, pero desconcertantes.
—Ya casi he terminado —susurré, moviendo sutilmente mi rostro hacia el suyo, quedando a escasos centímetros de distancia—. Tendrás que acabarte todo lo que haya en tu plato.
Cuando vi que él también inclinaba su rostro hacia el mío, solté el rallador y me sostuve del borde de la isla de la cocina para mantenerme firme.
—Dije que podría intentar comerla, no que me comprometía a acabar todo un plato —respondió con una leve sonrisa, lo que hizo que mi respiración se entrecortara aún más y por un instante hasta olvidara cómo respirar.
—Cociné para ti, así que por eso deberías comértelo todo —añadí con un deje desafiante, intentando ocultar la turbulencia que se agitaba en mi interior.
Me observó con intensidad, sus ojos parecían perdidos en los míos durante lo que se sintió como horas, hasta que finalmente asintió con suavidad y dejó varios besos tiernos en mi cuello.
—Podría quedarme así todo el día —susurró, apretándose aún más contra mí y llenando sus pulmones con una inhalación profunda—. Quiero sentirte siempre entre mis brazos.
Me sentía completamente erizada, con la piel de gallina y una sensación de mareo que parecía envolverme por completo. Todo esto parecía un maldito sueño, y temía que en cualquier momento fuera a despertarme, porque era demasiado bueno para ser real.
Me giré hacia él y tomé su rostro entre mis manos, mientras examinaba cada detalle con avidez: sus hermosos ojos, su nariz perfilada, sus cejas perfectamente delineadas, sus labios... Cada parte de él me atraía de una manera indescriptible.
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OSCURA ATRACCIÓN
Fiksi RemajaArtem Romanov y Lia Romanova, criados como hermanos bajo la sombra del pakhan de la bratva rusa, comparten un vínculo especial que trasciende los lazos de sangre. A medida que el tiempo avanza, el inocente afecto de la infancia se transforma en un a...