CAPÍTULO 19

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POV ARTEM ROMANOV

En cuanto el automóvil se detuvo en el maldito motel, bajé rápidamente y caminé directamente hacia el ascensor. Presioné con rapidez el botón del quinto piso, donde se suponía que se encontraba mi querida novia.

Cuando llegamos al piso, le pedí a Sergei que se quedara vigilando para estar seguro, y golpeé la puerta de una patada. La puerta se abrió de golpe y entré, sacando mi arma. Al llegar al interior, ahí estaba ella, en medio de la habitación, mirándome sorprendida.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

Me reí ante su pregunta tan cínica.

—Te atreves a hacerme esa maldita pregunta cuando eres tú la que está en un asqueroso motel. ¿Con quién? —pregunté en voz baja, tratando de calmarme—. ¿Dónde está el hijo de puta?

—Ya se fue —respondió tranquilamente—. Intuía que tenía un estúpido novio que me había puesto escoltas para que le informaran cada maldito paso mío y salvé su vida.

Jadeé por la insolencia que poseía.

La tensión en la habitación subió a niveles estratosféricos, y mi corazón latía con fuerza mientras trataba de controlar la furia que hervía dentro de mí.

—¿Salvar su vida? —repetí, avanzando hacia ella con pasos firmes—. ¿Estás jugando conmigo, Lia? ¿Crees que esto es un maldito juego?

Sus ojos no mostraban miedo, sino una fría determinación que me hizo frenar un poco.

—Confío plenamente en ti, Artem, es hora de que hagas lo mismo conmigo... te contaré todo. —Sus palabras me golpearon duramente—. Empezaré diciéndote que no ocurrió nada aquí... solo me reuní con un viejo amigo en un lugar seguro.

Que me mataran si no le había creído cada maldita palabra. Tragué duro.

—Debiste decírmelo. No es seguro.

—Sé cuidarme sola —sonrió e hizo un gesto hacia la cama—. ¿La utilizamos?

Cada vez me daba más cuenta de que Lia era lo opuesto a mí y que nunca podría controlarla, lo cual hacía que la quisiera aún más.

—No te haré el amor en una cama usada, en un lugar de mierda, Lia. —Agarré su rostro y la besé—. Mereces lo mejor de este mundo, yo te lo daré.

Ella suspiró contra mis labios, su respiración cálida mezclándose con la mía. Sentía cómo su cuerpo se relajaba bajo mi toque, sus músculos tensos suavizándose lentamente. Sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y rendición, reflejando la tenue luz amarillenta del motel.

—Vamos a casa —susurré—. Tenemos mucho de qué hablar, y prefiero hacerlo en un lugar donde ambos estemos cómodos.

Negó levemente mientras una sonrisa juguetona curvaba sus labios.

—Tengo una cita con Ana. Pronto se irán nuevamente a Grecia, así que trataré de pasar el mayor tiempo posible con ella.

El olor a desinfectante barato y tabaco impregnaba la habitación, pero todo eso se desvanecía cuando mis sentidos se centraban solo en ella. La atraje más cerca, sintiendo la suavidad de su piel contra la mía.

—¿Me estás cancelando por Ana? —traté de entender, manteniendo mi voz calmada mientras la necesidad de tenerla cerca se intensificaba—. Si quieres, te llevo una semana a Grecia.

Sus ojos chispearon con diversión mientras acariciaba mi rostro con esos dedos suaves y delicados que poseía.

—Tienes mucho trabajo como para lograrlo —sonrió, su aliento acariciaba mis labios—. ¿Por qué eres tan jodidamente sexy? Quisiera que nadie más pudiera admirar tu belleza, solo yo... tendré que encerrarte.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora