POV LIA ROMANOVA
—¿Hablas en serio? —preguntó Ana por cuarta vez, mientras limpiaba mi arma con meticulosidad—. ¿Qué van a decir todos?
—Somos hermanos, ¿lo recuerdas? Nadie sospechará y nadie sabrá la verdad excepto tú y muy posiblemente Sergei —respondí con calma, tratando de tranquilizarla.
—Pero, ¿quieres eso? —Me detuve de mi labor y volteé a mirarla—. Siempre los señalarán, ya sea que decidan mostrar su amor o no, estarán siempre en la oscuridad. No era el amor que soñábamos de niña.
Quise reírme, pero me contuve, sintiendo el peso de sus palabras.
—Los amores que leíamos de niña no existen... o no para mí —admití con sinceridad—. La vida real es una mierda, y lograr encontrar a tu persona entre tanta mierda es suerte. Y yo la encontré con él... así que es aún peor, y estoy dispuesta a aceptar esos términos, solo quiero ser feliz.
—Todos queremos ser felices y todos lo merecen —respondió, asintiendo con comprensión.
—El amor de mis padres es imperfectamente perfecto —continué, dejando que mis pensamientos fluyeran libremente—. No todos los días hay flores, corazones, veladas mágicas, pero cada maldito día hay un amor en sus ojos que crece y no deja de hacerlo. Ese tipo de amor que te consume es el que deseo, y no lo encontraré en un cuento de hadas vainilla.
Ana asintió lentamente, evitando mi mirada mientras procesaba mis palabras.
—Sé que sueno patética queriendo un amor vainilla cuando lo que nos rodea es la muerte. —Solté mi arma y la abracé rápidamente, sintiendo su fragilidad en mis brazos—. No quiero llorar.
Anastasia era demasiado sentimental, tenía un corazón enorme y era su maldita debilidad, por eso siempre trataba de protegerla de idiotas que solo querían una noche.
—Escúchame bien. —Agarré su rostro con suavidad, obligándola a encontrarse con mis ojos—. No suenas patética. Es hermoso que, a pesar de todo, sueñes con algo lindo. Y créeme, llegará. Llegará el hombre que pueda darte ese amor que tanto buscas y anhelas.
Esperaba con todas mis fuerzas que mis palabras pudieran consolarla.
—Yo también lo espero —susurró, apartándose lentamente—. Quiero que seas feliz, Lia, y estoy tan emocionada por ti. Disfruta y no te arrepientas de nada.
—Nunca me he arrepentido de algo en mi vida... y nunca lo haré —afirmé, sonriendo.
Terminé de limpiar mi arma con meticulosidad, sintiendo cada detalle bajo mis dedos expertos. Una vez lista, la armé con destreza, sentí el peso familiar y reconfortante en mis manos. Con un gesto firme, comenzamos con los tiros. Hoy era un día familiar, obligatorio en nuestro calendario mensual. Compartíamos un día completo de actividades variadas que nunca dejaban lugar al aburrimiento. Debido a nuestras exigencias en la academia, habíamos estado ausentes últimamente, pero ahora estábamos todos presentes, unidos.
Los hombres se encontraban en el ring, mientras nuestras madres ocupaban otro espacio, lejos de la violencia física pero no exentas de su propia intensidad. Admiraba profundamente a mi madre, su capacidad para sobrevivir en un mundo implacable, ahora manifestada en su habilidad para derribar a cualquiera con precisión letal. Observarla era un recordatorio constante de mi propia determinación para destacar en mi profesión.
—Quiero pelear —confesé, viendo cómo Ana negaba rápidamente con la cabeza, pero ya me encontraba en camino hacia los hombres—. ¡Es mi turno! —grité, deteniendo la pelea de Aleksey y Adrik en ese momento.
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OSCURA ATRACCIÓN
Teen FictionArtem Romanov y Lia Romanova, criados como hermanos bajo la sombra del pakhan de la bratva rusa, comparten un vínculo especial que trasciende los lazos de sangre. A medida que el tiempo avanza, el inocente afecto de la infancia se transforma en un a...