POV ADRIK ROMANOV
—¿Por qué sugeriste este plan a las tres de la mañana? —inquirió Akin, clavando su mirada en mí con los ojos entrecerrados—. Sabes que no podemos salir de la academia. Si nos descubren, nos echarán. Era la última advertencia.Terminé mi tercera rebanada de pizza y me encogí de hombros, dejando que la indiferencia se reflejara en mis gestos. Observé la academia en la distancia, desde el ático de un edificio abandonado, y disfruté de la vista panorámica que se extendía ante nosotros.
—Quería pizza. No hagas como si te hubiese obligado —respondí con desdén.
—No podrías hacerlo.
Continuó comiendo, y agradecí el silencio que precedía al caos que yo mismo había convocado y que pronto estallaría. Saqué mi teléfono y al ver la hora, casi sonreí. Era una madrugada agradable.
—Me gusta ver el amanecer, la salida del sol, y quería que lo viéramos juntos...
—El sol no sale a esta hora, Adrik.
—Exacto —respondí, girándome para enfrentarlo.
Su ceño se frunció en confusión.
Akin era la única persona que me conocía verdaderamente. Podíamos comunicarnos sin necesidad de palabras, entendiendo los pensamientos y las intenciones del otro con una precisión casi sobrenatural. Observó con preocupación la academia y a mí varias veces, murmurando un par de cosas que apenas lograba distinguir.
—¡Jodidamente no! —explotó finalmente—. Si lo haces, no podremos seguir. Tendremos que volver a casa, a una maldita universidad, y comenzar una guerra con otras mafias. ¿¡Lo pensaste!?
—Lo pensé —respondí con calma—. Pero las reglas del juego han cambiado. No podía permitirnos ser presas. Debía actuar antes de que fuera demasiado tarde.
Le hice señas para que observara.
—Tres, dos, uno... —un sonido estridente resonó, seguido rápidamente por una nube de humo y fuego que emergió, iluminando todo a su alrededor—. Un buen amanecer, ¿verdad?
Lo miré de reojo, observando cómo sus ojos brillaban con satisfacción y felicidad, aunque sus labios se apretaban para contener la risa.
—Solo espero que entre ellos estén todos los hijos de puta que tenía en mi lista de pendientes.
—Todos, hermano, absolutamente todos. —Lo atraje hacia mí, agarrándolo del cuello—. ¿Te gustó?
—Mentiría si dijera que no, pero necesito saber la razón por la que ambos bombardeamos gran parte de la academia.
Esta vez sí sonreí. No sentía ninguna culpa por haberlo arrastrado conmigo. Hacía años habíamos jurado en sangre una lealtad mutua, sin importar las consecuencias de nuestros actos o las embarradas que pudiéramos cometer.
—Estaban tramando un complot contra nosotros. Nos habrían matado, así que decidí adelantarnos.
—No es lo único, y ambos lo sabemos. Extrañamente, la semana en que Cormac Burke promete a su hija a la mafia alemana, su futuro líder muere en una explosión.
—¿La prometió? —pregunté, sorprendido—. ¿Quién querría casarse con alguien como Alina? Es una bastarda, hija de un asqueroso y una sirvienta, no tiene valor alguno.
Akin asintió lentamente.
—Sí, es una bastarda y su madre es una sirvienta, pero eso no significa que no tenga valor alguno. Porque, al parecer, el hecho de que estés dispuesto a ir a la guerra por ella significa que lo vale todo para ti. —Estuve a punto de negarlo, pero me detuvo—. Ella estaba enamorada de ti, y tú sentías lo más parecido al amor que alguien como nosotros dos puede sentir, y eso no ha desaparecido.
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OSCURA ATRACCIÓN
Teen FictionArtem Romanov y Lia Romanova, criados como hermanos bajo la sombra del pakhan de la bratva rusa, comparten un vínculo especial que trasciende los lazos de sangre. A medida que el tiempo avanza, el inocente afecto de la infancia se transforma en un a...