CAPÍTULO 11

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POV LIA ROMANOVA

—¿Tienes idea de por qué nos han convocado de manera tan repentina? — pregunté, observando a Aleksander con una mezcla de preocupación y curiosidad en mis ojos.

Él negó ligeramente con la cabeza.

—La mayoría de nosotros estábamos fuera, así que el hecho de que nos llamen a todos solo puede significar algo malo —suspiró—. Y yo que pensaba que podría disfrutar de algo de paz en Grecia.

—Bueno, con todo lo que ha estado sucediendo últimamente, ¿qué más da una desgracia adicional? —respondí encogiéndome de hombros, tratando de mantener una actitud indiferente frente a la incertidumbre que se cernía sobre nosotros.

Habíamos recibido una notificación abrupta sobre una reunión que tendría lugar en casa. Solo se habían convocado a los brigadieres, a la familia y a los hombres de confianza; señal inequívoca de que nada bueno podía surgir de aquello. La situación se volvía aún más inquietante con la ausencia de mi padre durante varios días.

—Vayan al salón, la reunión está a punto de comenzar —anunció Akin con una sonrisa afable, algo raro en él—. Hermana, ¿podrías buscar a Adrik?

Fruncí el ceño ante la solicitud, pero asentí en silencio. Me alejé en dirección opuesta, sabiendo que Adrik probablemente se encontraría en el ala de la cocina. Cuando me acerqué, reduje el paso para evitar hacer ruido y que mi llegada no fuera notada. Una sonrisa casi se asomó en mis labios al escuchar las voces que resonaban en la cercanía.

—No he tenido la oportunidad de agradecerte adecuadamente. Sé que tuviste algo que ver con la muerte de mi prometido —escuché decir a una voz que reconocí de inmediato como la de Alina.

—Simplemente estuvo en el lugar adecuado, en el momento preciso —respondió una voz, tan fría y calculadora como la de Akin, pero no era él—. No vuelvas a mencionar esta conversación.

Mis labios se abrieron de sorpresa ante la revelación. Adrik imitaba a la perfección la voz de Akin y muy seguramente también Akin hacia lo mismo.

Malditos.

—Está bien. ¿Planean irse de nuevo? —preguntó Alina, mientras una sensación de urgencia crecía dentro de mí. No podíamos permitirnos perder más tiempo o nos meteríamos en graves problemas.

Con un pesar profundo, decidí intervenir, ocultando mi sonrisa detrás de una máscara de seriedad.

—Hermano. —Llamé, atrayendo la atención de ambos. Sus ojos se estrecharon, y una ceja se alzó con una expresión de curiosidad y desconfianza—. Es hora.

—¿Y Adrik? —inquirió.

Lo contemplé durante unos instantes, su mirada afilada y penetrante intentaba intimidarme, pero su autoridad no tenía cabida en mi presencia, no cuando nuestro padre era Darko.

—Me han enviado para traerte —dije, desviando mi atención hacia Alina y esbozando una sonrisa—. No nos vemos con frecuencia a pesar de vivir en el mismo lugar. Deberíamos hacer algo juntas pronto.

—Entre el estudio y mis clases, apenas tengo tiempo libre —respondió con un asentimiento lento—. Tal vez podríamos ir de compras.

—No. —Intervino Adrik, o más bien, Akin, en ese momento era su gemelo, con un tono de voz autoritario y severo—. Estos días no son seguros, incluso en nuestra propia ciudad.

—Sé cómo cuidarme. Te mantendré informada, Alina.

Di la vuelta y me encaminé hacia la salida, caminando con paso lento mientras esperaba a Adrik, quien pronto se unió a mí.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora