CAPÍTULO 18

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POV ARTEM ROMANOV

Cuando pensé que hoy sería un hermoso día, a medida que el tiempo pasaba me daba cuenta de que no, todo había empezado mal desde que me levanté y no encontré a Lia a mi lado. Se había ido en algún momento de la madrugada y no me di cuenta. Ese pequeño desliz me había cabreado, y para empeorar la situación, tuve que madrugar para ir a revisar con Sergei el nuevo cargamento que había llegado.

Se esperaba que ya hubiese habido un conteo de las armas que debían llegar y verificar si se encontraban según lo prometido por los malditos ingleses.

Al llegar a la bodega, el encargado de manejar este cargamento me aseguró que todo estaba en orden, y le creí por dos segundos. Tres malditos segundos tardé en observar la pequeña contracción de sus facciones y me tomó dos más darme cuenta de que reflejaba una victoria y emoción.

¿Por qué carajos se sentiría como una victoria que yo le hubiera creído? ¿Por qué la emoción?

Mi mano tembló y la apreté en un puño.

—Revisaré el cargamento —les informé, observando a cada uno detenidamente, pero especialmente al encargado, que, si no me equivocaba, se llamaba Arturo.

—Va a tardar mucho en revisar todas las cajas, Pakhan —dijo, intentando sonar convincente, pero hubo un ligero temblor en su voz que lo delató.

Me acerqué a él, tan cerca que podía sentir su aliento entrecortado.

—Cállate. —Le ordené en un susurro helado—. Vuelves hablar sin mi permiso y cortaré tu asquerosa lengua.

Me alejé y le hice señas para que me guiara hacia las cajas y mientras lo hacía, el aire en la bodega se sentía denso, cargado de una tensión palpable. Las paredes de cemento y el techo bajo daban una sensación claustrofóbica, acentuada por las luces fluorescentes parpadeantes. Podía sentir los ojos de los demás hombres en la bodega sobre mí, sus miradas furtivas y nerviosas, como si supieran algo que yo no.

Me acerqué a las cajas alineadas en la bodega. Abrí la primera caja con un movimiento brusco, mis ojos analizando cada arma, cada pieza de equipo que debía estar ahí. A primera vista, todo parecía estar en orden, pero algo no se sentía bien.

Sergei se acercó, su mirada estaba seria y evaluadora. Sabía que algo andaba mal.

—¿Todo bien? —preguntó, aunque sabía que la respuesta no sería afirmativa.

—No. Algo está jodido aquí —respondí, pasando a la siguiente caja.

Mi instinto nunca me había fallado, y ahora estaba gritando que algo estaba terriblemente mal.

Mientras Arturo comenzaba a abrir las siguientes cajas, observé cada uno de sus movimientos, buscando cualquier signo de engaño. Sus manos temblaban ligeramente al principio, pero luego pareció tranquilizarse. Estaba demasiado tranquilo para mi gusto.

Fruncí el ceño y negué lentamente. Algo no me cuadraba.

—Abre las de la mitad —le ordené, señalando las cajas apiladas en el centro del grupo.

Caminé hasta ellas y esperé a que llegara para que las abriera.

Arturo me miró, un destello de nerviosismo cruzando sus ojos, pero obedeció sin decir una palabra. Se acercó y comenzó a abrir las cajas del medio, sus movimientos lentos y cuidadosos. Mientras lo hacía, el ambiente en la bodega se volvía más tenso. Los hombres que estaban alrededor murmuraban entre ellos, lanzando miradas furtivas en nuestra dirección.

Al inspeccionar más de cerca, noté que algunas de las piezas eran de mala calidad, viejas y desgastadas. No eran las armas de última generación que nos habían prometido. Sentí una oleada de ira recorrer mi cuerpo. Me giré hacia Arturo.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora