CAPÍTULO 23

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POV LIA ROMANOVA


Aún continuaba llorando, tirada en el piso, cuando escuché varios pasos acercándose. En cuestión de segundos, sentí cómo alguien me agarraba y rápidamente me apretaba contra un pecho duro. 

En cuanto inhalé su colonia, supe que era Akin.

—¡¿Te... te hizo algo?! —La ira en su voz era tan palpable que incluso tartamudeó.

Negué con la cabeza, alzando mi rostro. Pude ver que estaban todos allí: Adrik, Aleksey, Aleksander y mi hermosa Anastasia. Todos con rostros furiosos, a punto de explotar.

—Yo... yo maté —dije entre sollozos—. Maté a su hermana.

El rostro de sorpresa fue inmediato en todos, excepto en los gemelos, que fruncieron el ceño.

—¿Qué mierda? —exclamó Aleksey, incrédulo.

—Está sufriendo —susurró Akin, volviendo su mirada hacia su gemelo.

Entre ambos hubo un entendimiento mutuo que no necesitaba palabras.

—Adrik y Aleksander, id con nuestro hermano. Llamen a Sergei —ordenó mientras me ayudaba a levantarme—. El resto iremos contigo.

Asentí, aferrándome a sus brazos, dejando que me guiara por el camino. Cada paso se sentía pesado, como si una carga invisible me aplastara.

Los ojos de Ana estaban llenos de preocupación y vidriosos por las lágrimas contenidas. Le guiñé un ojo, tratando de hacerle entender que estaba bien. No lo estaba, pero mentirle era lo mejor para evitar que ella sufriera más.

Todo pasaba tan rápido ante mis ojos, como si el mundo se hubiera vuelto un borrón de colores y movimientos.

Subí al automóvil de Akin con Ana, quien me abrazó de inmediato. Me recosté en sus piernas, buscando consuelo en su cercanía. Ella acariciaba suavemente mi cabello, sus dedos deslizándose con ternura entre mis mechones. Su toque era reconfortante, como un ancla en medio de la tormenta.

Después de unos minutos, el cansancio y la adrenalina comenzaron a pasar factura. El sueño me embargó lentamente, y finalmente pude descansar, al menos por un momento.

Para cuando me desperté, el automóvil se detuvo. Me levanté para observar a mi alrededor, pero antes de preguntar dónde carajos estábamos, Akin se adelantó.

—Llevábamos años sin hacerlo y creo que todos tenemos algo de lo que hablar —se encogió de hombros, mientras volvía su vista a la playa privada que teníamos frente a nosotros.

Intenté sonreír ante el gesto tan lindo que había tenido. Akin odiaba expresarse más de lo necesario; era muy reservado porque no era tan bueno en ello. La forma en que mostraba cariño por alguien era compleja, pero la familia había aprendido a entender el lenguaje de amor de él y de Adrik.

Salimos del automóvil y Aleksey ya estaba esperándonos. Se acercó a mí y me envolvió en sus brazos, susurrando palabras de aliento.

"Todo estará bien, hermanita" "Lo golpearé, aunque sea mi pakhan" "Te compraré lo que tú quieras" "Hasta llorando te ves jodidamente perfecta"

Él sabía cómo alzar el ánimo en los peores momentos. Todos nos quitamos nuestros zapatos y empezamos a caminar por la playa. No sé por cuánto tiempo caminamos, pero fue el suficiente como para finalmente sentarnos y mirar el horizonte.

Las olas susurraban sus secretos a nuestros pies, mientras el sol se escondía detrás del mar, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras.

Todos estábamos en silencio, disfrutando del momento, cada uno ensimismado en sus pensamientos. Tenerlos conmigo me reconfortaba, era como si su presencia me diera fuerzas para seguir adelante.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora