23 de abrilEnzo Lombardi
Veo cómo baja del auto tan tranquilamente después de lo que acaba de hacer. No sé cómo lo hice, no sé a qué santo le recé para no ceder y hacerle algo más, pero me contuve. Verla ahí, con la mano dentro de su ropa, gemiendo mi nombre y dándose placer delante de mí, me estaba volviendo loco. Sin embargo, logré mantener la cordura. Aunque ahora mi cuerpo está tenso, ardiendo de deseo por ella, sé que no puedo ceder tan fácilmente. No todavía.
Bajo del auto y camino directamente hacia mi oficina. Necesito un momento a solas para solucionar el problema que ha despertado dentro de mí. Cada paso que doy es pesado, cargado de frustración contenida, pero una parte de mí disfruta el autocontrol, sabiendo que, aunque ella me provocó, no le di el gusto de ceder tan fácilmente.
Cuando entro en la oficina, cierro la puerta detrás de mí y suelto un profundo suspiro. Me siento en la silla, abrochando rápidamente el cinturón antes de desabotonar mi pantalón y liberar mi erección. El alivio es inmediato, aunque el deseo sigue ardiente.
-Joder... -gruño mientras rodeo mi erección con la mano, apretando con fuerza.
Empiezo a mover mi mano de arriba abajo, despacio al principio, pero pronto acelero el ritmo mientras las imágenes de Eva se reproducen en mi cabeza. Recuerdo cómo gemía mi nombre, cómo sus dedos desaparecían dentro de ella mientras me miraba con esos ojos llenos de lujuria. Cada movimiento suyo, cada jadeo que salía de su boca, me vuelve loco. Y luego está el recuerdo de haberla visto desnuda... Sus hermosos senos, tan firmes y perfectos, me hacen desear apretarlos hasta dejar mis huellas marcadas en su piel. Pienso en su pequeña vagina, esa parte de su cuerpo que llama mi atención, en la que sueño enterrarme por horas hasta que pierda el conocimiento.
Con ese pensamiento, la presión aumenta, y pronto me corro con fuerza, soltando un gruñido bajo, aún pensando en ella, en la mujer que ha puesto mi mundo de cabeza.
Justo cuando estoy recuperando el aliento, mi teléfono suena, rompiendo el momento. Es Matthew. Respondo, aún con la respiración agitada.
-Habla -digo, tratando de mantener mi tono neutral.
-Tengo noticias sobre el cargamento -dice Matthew, su voz seria al otro lado de la línea.
-¿Qué ha pasado? Habla rápido.
-Hay un infiltrado entre tus hombres. Nos han delatado sobre el camión de drogas.
Joder, justo lo que me faltaba. Este día no puede empeorar.
-¿Quién es el infiltrado? -pregunto, tratando de contener mi frustración.
-Aún no lo sabemos, pero estamos cerca. Te avisaré en cuanto tengamos un nombre.
-Que sea rápido -respondo secamente antes de colgar.
Salgo de la oficina con el ceño fruncido, pero mis pensamientos rápidamente vuelven a Eva. Necesito verla. La busco por la casa hasta que la encuentro en la cocina, concentrada en preparar su famoso pastel de moras. Me acerco por detrás y sin pensarlo, pongo mis manos en su cintura, sintiendo su piel bajo mis dedos.
Eva se sobresalta al sentirme, pero no tarda en relajarse. -¿Qué haces, pequeña? -le pregunto, aunque ya sé la respuesta.
-El pastel de moras que te dije -responde, dándose la vuelta para mirarme-. ¿Cómo te fue? -pregunta, y me quedo confundido por un momento.
![](https://img.wattpad.com/cover/371456492-288-k529744.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Códigos de sangre
RomansaEva Smith, una mujer con carácter, no se deja dominar por nadie, pero tiene un pasado que aún la atormenta. Enzo Lombardi, el mafioso más temido de la ciudad, está en busca de un heredero para su legado, y teme morir sin tener a alguien a su lado.