Capítulo 14) El reflejo de su alma

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Cuando llegué a Univisión esa mañana, el ambiente se sentía extrañamente ligero, casi como si el aire fuera más fácil de respirar. Algo estaba diferente, y lo noté de inmediato. No estaba esa tensión invisible que solía sentirse cuando Wades merodeaba por los pasillos. Normalmente, su presencia impregnaba todo el lugar, como una nube que nadie podía ignorar. Pero hoy, parecía que la tormenta había pasado, al menos por el momento, y eso me dio un alivio inesperado.

Caminé hacia la recepción, donde las chicas ya estaban en su habitual murmullo de chismes. Siempre sabían todo lo que pasaba en la oficina, y aunque no me gustaba involucrarme en sus conversaciones, no pude evitar acercarme un poco más. Después de todo, cualquier información sobre Wades era valiosa para mí ahora.

-Buenos días, Eiza -me saludó una de ellas con una sonrisa que parecía genuina, aunque siempre había algo de malicia en esas sonrisas, como si se estuviera guardando un secreto.

-Hola, chicas*-les respondí, apoyándome en el mostrador mientras miraba alrededor, asegurándome de que Wades realmente no estuviera cerca.

Una de las recepcionistas, Carla, se inclinó hacia mí como si fuera a contarme algo prohibido, sus ojos brillando con la emoción del chisme.

-¿Sabías que el señor Wades es viudo? -me soltó sin preámbulos, como si fuera la noticia del año.

Me quedé en silencio por un momento, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Viudo. Esa palabra resonó en mi cabeza, llenando los espacios vacíos que antes ocupaba solo la imagen de Wades como el hombre poderoso y frío. ¿Viudo?

-¿Viudo? -repetí, más para mí que para ellas. No podía imaginarlo en un rol de esposo, y mucho menos como alguien que había perdido a una pareja.

Carla asintió, obviamente disfrutando de mi sorpresa. Parecía ansiosa por darme más detalles.

-Sí, su esposa murió hace unos años. Nadie habla mucho de eso, pero fue un gran escándalo en su momento-dijo otra chica, una morena que solía ser la más callada de todas, pero hoy parecía estar dispuesta a participar en la conversación-. Dicen que desde entonces, el señor Wades nunca volvió a ser el mismo.

Sentí una mezcla de emociones arremolinándose dentro de mí. De repente, la imagen de ese hombre frío, distante y calculador que conocía se fragmentó un poco, revelando algo más humano, más vulnerable. No sabía si sentir lástima por él o si esto cambiaba en algo lo que había pasado entre nosotros, pero no podía evitar que una sensación de tristeza me invadiera.

-Eso explica por qué siempre está solo -murmuré, casi sin darme cuenta de que lo estaba diciendo en voz alta. Mi mente divagaba, pensando en cómo alguien con tanto poder y dinero podía estar tan solo en el fondo.

-Tiene millones, pero parece que no es feliz-añadí, mis palabras cargadas de una melancolía que no pude evitar.

Las chicas asintieron, y otra de ellas, Laura, agregó con un tono más sombrío:

-Tiene una hija pequeña, Marie Clere. Vive con la madre de Wades, pero él nunca la ve. Es como si la niña no existiera para él.

Esto me sorprendió aún más. Una hija. ¿Cómo podía alguien ser tan distante de su propio hijo? Era incomprensible para mí.

-¿Una hija?-pregunté, incrédula.

-Sí, pero él cree que Marie Clere es la culpable de la muerte de su esposa-continuó Laura-. Su mujer murió en el parto, y desde entonces, Wades no ha querido saber nada de la niña. Es muy triste.

El dolorque debía haber sentido Wades se hizo evidente en mi mente. Perder a su esposa de esa manera, y luego culpar a una niña inocente... No podía imaginar lo que debía ser vivir con esa clase de tormento.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora