Capítulo 18) Alma vendida

13 3 0
                                    

El estudio estaba lleno de luces brillantes y sonidos de clics constantes mientras la cámara capturaba las imágenes. El ambiente allí siempre era vibrante, aunque ese día todo me parecía distante, como si no fuera parte de la realidad. Me sentía agotada por dentro. Aunque intentaba sonreír a mis clientes y darles lo mejor de mí, la verdad es que mi mente estaba en otro lugar. El eco de las palabras de Wades seguía rondándome, y ese desprecio, esa humillación, aún quemaba en mi pecho.

Había algo sofocante en el aire. No sé si era el cansancio acumulado o simplemente el peso de la soledad. Cuando llegué al estudio, el dueño me miró con esa expresión inquisitiva, como si pudiera ver a través de mi fachada.

-¿Estás bien, Eiza? -me preguntó, con un tono que trataba de no sonar demasiado preocupado.

Asentí rápidamente, forzando una sonrisa.

-Sí, estoy bien, solo cansada -mentí.

Sabía que no tenía fuerzas para explicarle lo que estaba pasando. Y además, ¿cómo podría? Ni siquiera yo podía ponerle palabras a este torbellino de emociones que me arrastraba. Así que me sumergí en la sesión fotográfica, tratando de apagar mis pensamientos.

Pero entonces, mi teléfono vibró en el bolsillo de mis jeans. Lo ignoré al principio, concentrada en mi trabajo, pero algo me empujó a revisarlo en cuanto tuve un respiro. Quizás fue una especie de presentimiento, o tal vez solo la necesidad de distraerme por un momento.

Cuando vi el remitente, mi corazón se detuvo. Wades. ¿Qué podía querer ahora? Abrí el mensaje con manos temblorosas. En la pantalla, solo había una dirección: Hilton Miami Airport Blue Lagoon y una hora, 9 de la noche. Junto a la dirección, unas pocas palabras que hicieron que el aire me faltara por un segundo:

Si quieres tu empleo de vuelta, debes venir.

Sentí una mezcla abrumadora de emociones que se chocaban entre sí, luchando por tomar el control. Mi estómago se revolvió al instante, y una oleada de asco subió por mi garganta. Sabía exactamente lo que eso significaba. Sabía a lo que Wades me estaba invitando. No era solo una reunión de trabajo. Esto era algo más, algo oscuro y repugnante que me hacía sentir vulnerable, como si no tuviera escapatoria.

La necesidad era real, cruda y despiadada. Estaba en un punto en mi vida donde el dinero lo era todo. Tenía deudas, responsabilidades que me consumían cada día. Mi madre, mi carrera, todo estaba en juego. ¿Podía permitirme perder este empleo? ¿O dejar que el peso de las deudas me aplastara?

Pero luego estaba mi dignidad. Mi moral me gritaba que no fuera, que no me sometiera a sus juegos retorcidos. ¿En qué tipo de persona me convertiría si aceptaba? Apreté el teléfono con tanta fuerza que sentí que podía romperlo, mientras el caos en mi mente se desataba.

No podía quedarme en el estudio. Me excusé rápidamente y me fui a casa. Al entrar, el silencio de mi apartamento me envolvió como un manto pesado. Me sentía sola. Miré la nota que Elara me había dejado. "Pasaré la noche en casa de Ximena", decía. Esa frase simple, esa realidad de que estaría sola esta noche, me hundió aún más en la desesperación.

Sin pensarlo mucho, decidí qué hacer. Subí a mi habitación, abrí mi armario y saqué un vestido lila que hacía mucho que no usaba. Mientras me lo ponía, mis manos temblaban, pero seguí adelante, maquillé mis labios de un marrón tierra y recogí mi cabello en una coleta alta. El reflejo en el espejo me devolvía la imagen de alguien que apenas reconocía. Parecía preparada para una cita, pero por dentro, me sentía rota, débil.

 Parecía preparada para una cita, pero por dentro, me sentía rota, débil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora