Capítulo 24) Como amigos

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Cuando llegué a Univisión, la mañana se sentía más brillante de lo habitual, como si el sol tuviera una misión especial de iluminar mi camino

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Cuando llegué a Univisión, la mañana se sentía más brillante de lo habitual, como si el sol tuviera una misión especial de iluminar mi camino. Justo al cruzar las puertas del edificio, me topé con Wander, el hermano de Wades. Su presencia era inconfundible, con ese aire relajado que lo hacía parecer siempre despreocupado.

—¡Eiza! —me saludó con una amplia sonrisa. —¿Qué tal si vamos a tomar un café? Podría usar algo de compañía.

Me sorprendió su invitación, pero acepté sin pensarlo dos veces. La idea de pasar un rato con alguien que no estaba envuelto en la tormentosa relación con Wades era un alivio. Caminamos hacia la pequeña cafetería del edificio, el aroma del café fresco y las galletas recién horneadas inundaban el aire, envolviéndonos en una atmósfera acogedora.

Mientras me servía un cappuccino, decidí preguntar un poco más sobre su hermano. No sabía mucho de Wades más allá de su actitud fría y la sombra de su esposa que siempre parecía seguirlo.

—¿Es cierto que es un hombre solitario? —pregunté, buscando comprender esa capa de misterio que lo rodeaba.

Wander soltó una risa suave, casi melancólica. —Sí, ha sufrido mucho. Su vida ha sido un torbellino desde que perdió a Eliza. Pero desde que llegaste tú, lo veo diferente . Es por eso que te apode la mujer del Diablo.

La forma en que lo dijo me dejó atónita. ¿Yo... La mujer del Diablo? El término me cortó el aliento.

—¿Por qué dices eso? —inquirí, sintiendo que el nudo en mi estómago se apretaba.

—Porque así lo veo, Eiza. Eres un símbolo de lo que  debería tener Wades—explicó, sus ojos llenos de una comprensión profunda.

Justo en ese momento, Wander recibió una llamada y se alejó, dejándome sola en la mesa. Mientras hojeaba el menú sin realmente prestar atención, el camarero se acercó con un ramo de flores en las manos.

—Esto es para usted, señorita —dijo con una sonrisa.

Tomé el ramo  girasoles con confusión, las flores frescas y coloridas parecían brillar bajo la luz de la cafetería. Me preguntaba quién podría haberme enviado algo así.

Cuando Wander regresó, lo primero que hizo fue mirar las flores. —¿A tu hermano le gusta hacer estas cosas para disculparse? —le pregunté, entrecerrando los ojos.

Él se echó a reír, como si la idea fuera absurda. —No, no es su estilo. Pero no te preocupes, tal vez es su forma de decir "hola".

Ambos compartimos una risa, y en ese momento, la tensión que había sentido con su hermano comenzó a desvanecerse. Después de un rato, Wander me invitó a cenar.

—Una cena como amigos —aclaró, sonriendo de una forma que me hizo sentir como si realmente me apreciara.

Cuando regresamos a Univisión, el ambiente cambió drásticamente. La energía se sentía densa, cargada de expectativas. Había una reunión ejecutiva programada y podía ver a Juan Carlos, el jefe de noticias, en la sala.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora