Capítulo 43) Nunca más

5 0 0
                                    

Wades se cruzó de brazos, su mirada fría y calculadora me perforaba. No podía creer lo que estaba escuchando. Me enfrentaba a un hombre que, una vez, pensé que amaba, pero ahora se había convertido en mi peor pesadilla. Sentí el aire enrarecerse en la sala de juntas, como si las paredes se cerraran lentamente sobre mí.

—¿Por qué te fuiste sin decir nada? —preguntó, su voz tan calmada que era casi aterradora—. Ni una carta, ni un aviso. Tuve que buscar a otra periodista una hora antes de la emisión. Abandonaste tu trabajo, y tenemos un contrato, Eiza.

Las palabras golpeaban como una tormenta que venía arrasando todo a su paso. Tragué saliva, pero mi garganta estaba seca. Me dolía que me hablara así, como si yo no fuera más que una ficha en su juego.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —logré decir, con una mezcla de dolor y confusión.

Wades levantó una ceja, su sonrisa apenas curvándose en el borde de sus labios.

—No sabía que estabas aquí —respondió con tranquilidad—. Es simplemente una casualidad. Compré la mitad de las acciones de esta empresa y, casualmente, veo a mi "empleada".

Ese tono sarcástico me encendió por dentro. No pude evitarlo. La rabia me subió a la garganta, y apreté los puños.

—No soy tu empleada —le dije con veneno en la voz—. Y sabes algo, tampoco quiero trabajar aquí.

Wades soltó una pequeña risa, como si hubiera estado esperando que dijera eso. Su sonrisa era cínica, arrogante.

—¿Y qué harás con el contrato de trabajo que has firmado? —preguntó, inclinándose hacia mí—. Si no quieres cumplir con él, te mandaré a mis abogados. Te demandaré por incumplimiento, y tendrás que pagar una suma exorbitante de dinero. O peor aún, irás a la cárcel.

El frío que sentí en ese momento era más profundo que cualquier otro. Pero algo dentro de mí, esa parte que había sobrevivido a todo lo que me había hecho, se resistía a caer en su juego.

—No me asustas con tus amenazas —le respondí, mirando directamente a sus ojos.

Wades dio un paso más cerca, su presencia me invadía, llenando el espacio con su imponente figura.

—En estos días, recibirás una visita de mis abogados —dijo, sin apartar la mirada de mí—. O, si gustas, podemos llegar a un acuerdo.

Mi estómago se revolvió. Sabía que nada bueno saldría de ese "acuerdo". No quería ni pensar lo que significaba.

—No haré ningún tipo de acuerdo contigo —dije con firmeza—. Estoy harta de ti, Wades. Estoy cansada de tus manipulaciones. Maldito el día en que fui a Univisión a trabajar como asistente.

Él me observó con una sonrisa torcida, como si estuviera disfrutando mi desesperación.

—Estoy seguro de que eres lo suficientemente inteligente como para elegir la opción que más te favorezca —dijo suavemente, aunque sus palabras eran como cuchillos—. Si no cumples con el contrato, te voy a demandar. Tendrás que pagar mucho dinero, que, claro, no tienes. O irás a la cárcel.

Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran profundo.

—O... —continuó, acercándose un poco más— podrías estar conmigo una noche más.

El asco me recorrió el cuerpo como un veneno. No podía creer la vileza de sus palabras, la forma en que estaba dispuesto a usar todo su poder para destruirme, para obligarme a caer una vez más en su trampa. Sentí las lágrimas arder detrás de mis ojos, pero no las dejaría caer. No delante de él.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora