Capítulo 23) Es mi cuñada

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Entrar al vestíbulo de Univision ya era suficiente para ponerme los nervios de punta. No era el lugar, sino la gente que lo habitaba. Y hoy, no era la excepción. Al cruzar las puertas de cristal, me encontré con Elizabeth, la cuñada de Wades. Apenas me vio, sus ojos se encendieron con una furia contenida. No sé qué era lo que más me molestaba de ella: si la constante comparación con su hermana muerta o la manera en que me miraba, como si fuera una basura que había que barrer fuera de la vida de Wades.

—Mujerzuela... —soltó de inmediato, sin siquiera darme la oportunidad de respirar—. Barata. Fácil. ¿Cuánto te pagó esta vez?

Sentí mi cuerpo tensarse de inmediato, el enojo subiendo desde mi estómago hasta mis mejillas. ¿Es que jamás iba a dejar de escuchar el nombre de Eliza? Me tenía harta.

—¿Por qué tienes que meterte en la vida de tu cuñado? —le solté, intentando mantener la calma, aunque sentía que estaba a punto de explotar.

Elizabeth, con una sonrisa venenosa, me miró como si fuera superior, como si yo fuera insignificante.

—Porque una mujer como tú no es más que una aventura pasajera. Nada más. Wades nunca te va a tomar en serio. Sólo eres... un escape.

Sus palabras me hirieron más de lo que estaba dispuesta a admitir. Sentí un dolor punzante en el pecho, pero me negué a darle esa satisfacción. Manteniendo la cabeza en alto, le respondí sin titubear.

—¿Qué tanto te importa lo que haga o no haga Wades? —quise saber, mis palabras impregnadas de frustración—. Deberías dejarlo vivir su vida.

—Prometí a mi hermana cuidar de él y de su hija —dijo Elizabeth con una sonrisa fría—. Y eso incluye sacarlo de la vida de mujeres como tú. Cualquiera como tú... no es más que una molestia.

Ya no podía contener el enojo. No solo había insinuado que yo no valía nada, sino que tenía la desfachatez de amenazarme.

—Vete de la empresa, vete de su vida —continuó—. O te aseguro que lo vas a pasar muy mal. Cualquier día de estos podrías tener un "accidente". Ya sabes, un mal tropiezo, un coche que aparece de la nada...

Sus palabras cayeron como piedras, frías y amenazantes. Sentí un nudo en el estómago. No pude evitarlo. ¿De verdad me estaba amenazando? La vi entrar al elevador, y me quedé congelada por unos segundos, tratando de entender si lo que acababa de escuchar era real. Esa mujer estaba loca. ¿Por qué me decía algo así? ¿Hasta dónde era capaz de llegar?

Intentando sacudirme el malestar, fui directo al set de noticias, dispuesta a sumergirme en mi trabajo. Pero, por más que intentara concentrarme, las palabras de Elizabeth seguían retumbando en mi cabeza. Estaba haciendo lo mejor que podía, terminando mi parte, cuando apareció nuevamente. Esta vez no perdió tiempo en atacarme.

—Regalada —susurró mientras pasaba cerca, con esa sonrisa cruel.

—Deja de decirme esas cosas. No soy ninguna regalada —le respondí con la voz quebrada de rabia, mis manos apretadas en puños.

Elizabeth, sin perder su sonrisa, miró a su alrededor y alcanzó a ver a Wades. Se acercaba en la distancia, y eso parecía motivarla a continuar.

—Sé que te acuestas con él —dijo, lo suficientemente alto para que algunos a nuestro alrededor pudieran escuchar—. Solo lo haces para que olvide a mi hermana. Pero, por mucho que lo intentes, jamás lo conseguirás.

—¿Por qué estás tan obsesionada con Wades? —le respondí, casi gritando.

Elizabeth esbozó una sonrisa más amplia.

—Porque le prometí a Eliza cuidar de él. De su esposo y de su hija. Y eso incluye sacarte de su vida.

Antes de que pudiera reaccionar, la furia me envolvió por completo. No lo pensé dos veces. Mi mano se movió por sí sola, y antes de que me diera cuenta, había estampado una cachetada en su mejilla. El sonido resonó en el vestíbulo, y todo el mundo se quedó paralizado. Los ojos de Elizabeth se llenaron de rabia, pero antes de que pudiera responder, sentí una mano fuerte agarrando mi brazo.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora