Capítulo 32) Bailar vallenato

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Después de aquella bofetada y la tormenta emocional que me invadió, salí al estacionamiento y ahí estaba el auto que Wades había arreglado para mí. Brillante, perfecto, pero ya no lo veía con los mismos ojos. Me quedé mirándolo por unos segundos, tratando de calmar la furia en mi pecho. Sabía que no podía continuar así, dependiendo de su generosidad para sentirme cerca de él, cuando lo que realmente necesitaba era su aceptación, su amor. Tomé una decisión en ese momento.

Volví a la empresa y me dirigí directamente a donde estaba Ana Paula. Ella estaba sentada frente a su escritorio, revisando algunos papeles cuando me acerqué con las llaves en la mano.

- Cuando Wades llegue, por favor, dale esto -le dije, dejando las llaves del auto en el escritorio sin esperar una respuesta.

Ana Paula me miró sorprendida, pero no dije más. Me di la vuelta y me alejé rápidamente, sintiendo el calor de la rabia mezclado con la tristeza en mi pecho. Justo cuando iba saliendo de la empresa, me topé con Wander.

- ¿Has discutido con Wades? -me preguntó preocupado, notando la tensión en mi rostro.

Asentí, sin querer entrar en detalles. Afortunadamente, él no insistió. Me ofreció llevarme a casa, y aunque normalmente habría preferido ir sola, esta vez acepté. Me sentía agotada, tanto física como emocionalmente.

El trayecto fue silencioso, con Wander respetando mi necesidad de calma. Al llegar a casa, subí a mi habitación para hacer mis maletas. Sabía que el viaje a Colombia era inminente, pero mi mente estaba en otra parte. Me cambié rápidamente, poniéndome una blusa blanca sencilla y unos pantalones sueltos que combiné con unos tenis altos y cómodos. Sabía que necesitaría ropa ligera para el vuelo y las largas horas que nos esperaban.

 Sabía que necesitaría ropa ligera para el vuelo y las largas horas que nos esperaban

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Bajé con mis maletas, encontrándome con mi madre en la cocina. Nos despedimos en silencio, con un beso en la frente, pero le dejé una carta a Elara con ella. No quería irme sin decirle algo a mi hermana, aunque no estaba lista para hablar en ese momento.

- Cuida de Elara -le dije a mamá, tratando de sonar tranquila.

Salí de la casa y tomé un taxi que me llevó directamente al aeropuerto. El trayecto fue silencioso, el sonido del tráfico se mezclaba con mis pensamientos revueltos. Cuando llegué, compré unas papas fritas para matar el tiempo mientras esperaba. Me senté en una de las bancas cercanas a la puerta de embarque, viendo al resto del equipo que ya estaba ahí, listos para abordar. Entre risas y charlas, se preparaban para el vuelo. Noté que Wades no estaba y, aunque una parte de mí esperaba verlo, decidí no preguntar.

Uno de los fotógrafos se acercó y comentó casualmente:

- El señor viaja en primera clase.

Rodé los ojos automáticamente y, sin pensarlo, solté:

- Típico de los ricos.

El comentario fue sarcástico, pero al instante todos se quedaron en silencio y me miraron. Pude sentir el peso de sus miradas, pero no me importó. Estaba demasiado agotada para disimular.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora