Capítulo 38) Nido de víboras

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El sol de la tarde se colaba a través de los ventanales altos de la habitación que me asignaron. Era la segunda habitación más grande de la casa, apenas superada por la de Wades. Todo era elegante, sobrio, pero con un toque personal que ya tenía ganas de cambiar. Las paredes estaban pintadas en un tono neutro, beige claro, y el mobiliario consistía en una cama de dosel con sábanas de lino perfectamente planchadas, un par de sillones de terciopelo azul oscuro, y una lámpara de araña en el techo que daba un aire de grandeza. La luz natural iluminaba cada rincón, haciendo que el espacio se sintiera acogedor a pesar de su tamaño.

Mientras recorría con la mirada cada detalle, sonreí, sabiendo que pronto todo esto cambiaría. *Pronto sería mi propio refugio*, pensé. Pero entonces, la voz de la nana de Wades rompió el silencio, interrumpiendo mis pensamientos.

—No van a dormir juntos, señorita, primero la boda —dijo con un tono severo, pero con una sonrisa juguetona, como si hablara en serio y bromeando al mismo tiempo.

No pude evitar soltar una risa suave. Miré a Wades, que suspiró y rodó los ojos, visiblemente incómodo.

—Nana... por favor —dijo Wades en tono cansado, antes de mirar hacia el suelo por un instante—. Vamos a hablar de otra cosa.

Yo seguí sonriendo mientras me dirigía hacia la ventana, observando cómo el jardín se extendía más allá de la casa. La situación me resultaba extraña, surrealista incluso, pero no iba a dejar que un pequeño comentario arruinara el momento.

Al poco tiempo, Elizabeth irrumpió en la habitación, claramente molesta. Su mirada se clavó en mí, llena de desdén, y yo simplemente sonreí en respuesta. Sabía que le molestaba mi presencia, y ver su reacción me resultaba, en parte, divertida.

Más tarde, cuando llegué a Univisión para la nueva entrega del programa, la atmósfera era profesional como siempre. El bullicio de los técnicos y asistentes corriendo por el estudio, ajustando micrófonos y cámaras, creaba un ambiente de anticipación. Me senté en el set, las luces del estudio me cegaban por momentos mientras me preparaba mentalmente para lo que sería una transmisión en vivo. El aire acondicionado zumbaba suavemente, y el murmullo de voces se mezclaba con el sonido de los equipos. El programa transcurrió sin problemas, aunque en mi mente seguía dando vueltas lo que había pasado con Elizabeth en la casa. Cuando todo terminó, vi a Andrea, una de las productoras, acercándose a mí con una sonrisa pícara en el rostro.

—Después de todo, el amor llega, ¿eh? —me dijo, lanzándome una mirada significativa.

Sonreí, comprendiendo lo que quería decir. Al parecer, ya había rumores sobre mi relación con Wades. Pero no me molestaba. Sabía que todos estarían observando, juzgando. Ya me había acostumbrado a eso.

Cuando llegué de nuevo a la casa, Marie Clere estaba esperándome, sentada en el suelo de la sala con sus juguetes esparcidos a su alrededor. Me acerqué, agachándome para estar a su altura, y comencé a jugar con ella. La niña me sonreía, ajena a todo el drama que nos rodeaba. Jugamos a las muñecas por un buen rato, riéndonos y olvidando por un momento todo lo demás.

—¡Mira! Esta muñeca es como tú —dijo Marie Clere, levantando una muñeca de pelo largo y rubio, como el mío.

—¿Sí? Pues tú eres como esta otra, una princesa —le respondí, acariciándole el cabello.

El sonido de la puerta anunciaba la llegada de Mandy, la diseñadora que había contratado para remodelar la casa. La decoración anterior, con su estilo demasiado formal y frío, era la esencia de Eliza, la esposa fallecida de Wades. Aunque no la había conocido, sentía la necesidad de empezar de nuevo, de hacer de este lugar un hogar, un espacio que reflejara mi vida junto a Wades y Marie Clere. Mandy se puso manos a la obra casi de inmediato, supervisando a los trabajadores que trajeron muebles nuevos y coloridos, tapices modernos y lámparas de diseño. El ambiente se transformó rápidamente. Los tonos neutros y opacos dieron paso a colores cálidos, texturas acogedoras, y un toque personal que hacía que cada rincón se sintiera más vivo.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora