Capítulo 21) No es tu lugar

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Después de terminar el noticiero, me encontré con la mirada de Wades desde lejos. Su expresión era seria y distante, lo que me hizo sentir un nudo en el estómago. No sé por qué, pero siempre me ponía nerviosa su presencia. Era como si pudiera leer mis pensamientos, como si cada acción mía fuera analizada y juzgada por él. No dijo nada, simplemente me miró, y eso era suficiente para que mi corazón latiera más rápido.

Decidí que no podía dejar que eso me afectara. Tenía cosas que hacer. Me dirigí al equipo de redacción, donde trataba de concentrarme en terminar algunas tareas pendientes. Las voces y el ruido del lugar se mezclaban en un murmullo constante, pero yo apenas podía prestar atención. La frustración me invadía, especialmente por lo que había planeado para Marie Clere.

Al poco tiempo, me acerqué a Wander, el hermano de Wades, para informarle que saldría un momento.

-Voy a comprar un pastel para el cumpleaños de Marie Clere -dije, tratando de sonreír, pero sabiendo que podría haber consecuencias por mi visita.

Wander me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

-No creo que eso le guste a Wades, Eiza. En esa casa no se festeja nada, ni siquiera San Valentín. Mucho menos Navidad -respondió, sus palabras como un jarro de agua fría.

-¿Y por qué no? -pregunté, incapaz de ocultar la indignación en mi voz. -¿Por qué debería Marie Clere crecer sin celebrar su cumpleaños?

Wander suspiró, su mirada se tornó seria.

-Porque era la época favorita de Eliza. Todo lo que le recordaba a ella es un tema delicado para Wades -explicó.

El nombre de Eliza resonó en mi mente como un eco doloroso. Me sentí cansada de escuchar ese nombre, de sentir que todo lo que hacía estaba destinado a ser comparado con una sombra del pasado. Era como si la figura de Eliza estuviera constantemente entre nosotros, impidiendo que cualquier otra cosa floreciera.

-Eso no es justo para Marie Clere -respondí, sintiendo cómo la rabia comenzaba a burbujear en mi interior. -Ella merece una celebración, merece ser feliz.

Wander me miró con compasión, pero también con resignación.

-Haz lo que creas correcto, Eiza. Pero ten cuidado. Wades no es fácil de tratar cuando se trata de su familia -advirtió.

Sentí que la frustración se apoderaba de mí. ¿Por qué tenía que existir esa carga en la vida de la niña?. Con un murmullo de agradecimiento.

Decidí que no podía dejar pasar el cumpleaños de Marie Clere sin hacer algo especial por ella. Esa niña merecía un momento de felicidad, una chispa de alegría en medio de la oscuridad que la rodeaba. Así que, una tarde, decidí salir a buscar un regalo y un pastel.

Recorrí las calles con el sol acariciando mi piel y una ligera brisa mecía mis cabellos. La ciudad estaba llena de vida, con la gente saliendo de sus oficinas, riendo y disfrutando del final de la jornada. Pasé por una tienda de regalos, y al entrar, el aroma de madera pulida y productos de papel me envolvió. Las paredes estaban llenas de coloridos envoltorios y juguetes, y la emoción empezó a burbujear dentro de mí.

Mi mirada se detuvo en un estante donde había una hermosa caja de música. Era de un suave tono rosa con detalles dorados y una pequeña bailarina que giraba al abrirla. Sentí que era perfecta para Marie Clere. Con la música de la caja sonando suavemente en mi mente, decidí que sería el regalo ideal. Un regalo que resonaría con su infancia, lleno de magia y sueños.

Después de comprar la caja, me dirigí a la pastelería de la esquina. Al cruzar la puerta, el olor a vainilla y chocolate me dio la bienvenida como un abrazo cálido. Las vitrinas estaban repletas de pasteles decorados con esmero, cada uno más atractivo que el anterior. Mi estómago rugió un poco, recordándome que no había comido desde el almuerzo. Pero eso no importaba; estaba allí por Marie Clere.

La Mujer Del Diablo© ACTUALIZANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora