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JANE

— Deberías presentarme a Alexander, acaso no lo viste en Tarzan? — Pregunta Sadie.

Sonrío, me hace bien estar con ella. Nos encontrábamos en un café cerca de casa, un día distinto, éramos las únicas siendo atendidas en el lugar.

— No digas esas cosas. — Digo divertida.

— ¿Por que no? — Sigue riendo. — Yo estoy soltera, tú no, yo si puedo decirlo.

— Pero es... extraño...

— ¿Por qué? — Pregunta. — No es como si... estuviese preguntándote por tu musculoso marido.

Mi vaga mente se emociona al escuchar esas palabras salir de su boca, pero no dura mucho, pues recuerdo aquel día en casa de My y la forma tan descarada en la que Alexander intentaba acercarse a mi.

— ¿Por qué haces esa cara?

— Oh... no es nada. — Respondo nerviosa.

— ¿Sabes que deberíamos hacer?

— Sadie...

— Hay que salir de fiesta. — Dice haciendo un intento fallido por bailar desde su silla.

— No creo que sea buena id-

— ¡Claro que si! — Interrumpe. — ¿No crees que mereces despejar tu mente? Todo tu día se basa en tu tétrico novio, invernando en esas cuatro paredes, debes salir, respirar aire fresco, mirar a otras personas. — Dice señalándose a si misma, río.

— ¿Y a donde sugieres ir?

Sadie sonríe de oreja a oreja, se que le agrada saber que estoy dispuesta a lo que sea si es con ella.

— Se perfectamente a donde iremos.

Saca un par de billetes de su bolso dejándolos sobre la mesa para después levantarse y tomar mi mano.

— Vamos. — Dice sonriendo.

Caminamos por las iluminadas calles de New York, cada vez nos alejábamos más y más de aquel pequeño café en el que habíamos decidido pasar la tarde conversando. La luna iluminaba nuestros rostros con la perfecta tonalidad de azul y gris, haciéndonos saber que era la hora perfecta para pasarla bien sin importarnos nada.

Habían pasado 2 meses desde el fallecimiento de James, 2 meses desde que no vivía mi vida en lo absoluto. Mis días consistían en despertar, ser alimentada por Bill, mirarlo marcharse a filmar, y esperar su llegada para repetir el patrón, pero hoy, justo ahora, sentía que había esperanza al tener a Sadie de mi lado, no me preocupaba por nada, el estar con ella ni siquiera me permitía recordar sobre mis padres, lo cual ha sido un tormento lleno de incertidumbre y preguntas que no paran de torturarme por los últimos meses.

Recorrimos la ciudad hasta llegar a lo que parecía ser un club, la música y el sonido de las personas gritando se sentía irreal, pues he estado tanto tiempo sin estar rodeada de tantas personas. Nos adentramos al lugar sin mucho conocimiento sobre este, las personas nos veían y sonreían dándonos la bienvenida, era como si todos se conocieran entre sí.

— ¡Sadie! — Llama alguien detrás de nosotros.

Miro tras mi hombro y noto a una alta chica rubia con una corta falda y kilos de accesorios.

— ¡Oh Dios tanto sin verte Margot! — Dice Sadie abrazándola.

Se aleja de ella y me mira de nuevo para señalarme con una de sus manos.

— Ella es mi mejor amiga, Jane, y ella es Margot, tomamos juntas clases de ballet por muchos años. — Dice presentándonos.

La chica sonríe y se acerca mas a nosotros.

— Se quien eres, pero tranquila, aquí todos pretendemos no saber absolutamente nada sobre la vida de los demás.

Sus últimas palabras me dejan inquieta, qué tal si hay más personas que saben sobre mi? 

— Hey... — Susurra Sadie. — Estará bien, vamos a bailar.

Me conoce tan bien que con tan solo mirar mi rostro puede reconocer lo que está mal en mi, me convence al instante de soltar todo tipo de preocupaciones y sigo sus pasos.

— Un gusto conocerte, Jane. — Dice Margot — Eres mas bonita en persona.

Sus palabras me hacen eliminar cualquier pensamiento negativo sobre ella, no parece ser una persona con malas intenciones.

— ¡Vamos chicas, hay que pedir un par de tragos! — Grita Sadie a todo pulmón.

Bailamos toda la noche, la música me llenaba por completo y se sentía tan bien. Bebida tras bebida sin parar, acercándonos al DJ cada vez que acababa una canción para pedir la siguiente, abrazando a personas que jamás habíamos visto y probablemente jamás veríamos de nuevo, nunca en mi vida me había divertido de esta forma, pero debo admitir que me gustó.

Las luces parpadeaban con intensidad haciéndome olvidar todos aquellos pensamientos que habían estado consumiéndome durante este tiempo, me sentía en otra realidad, en donde no había nada más allá afuera.

El alcohol subía cada vez más a mi cabeza, el lugar daba vueltas desde mis ojos y no podía parar de bailar, la adrenalina era cada vez más.

— Jane, ¿estas bien? — Pregunta Sadie.

No logro contestarle pues su pregunta me parece lo más estúpido que he escuchado, estoy bailando como nunca, claro que estoy bien.

— Cariño, dame eso. — Dice Margot robando el vaso de mis manos.

— No chicas... es... estoy bien!

Sadie recibe una llamada y se aleja de nosotros, no lo suficiente como para no saber de quien se trataba, pues su vista se plasmó en mi al contestar.

— Si, está conmigo, creo que bebió de más.

— Claro que no...

Sadie le hace una señal a Margot, la cual toma mi bolso de la mesa y después aprieta mi mano.
Nos alejamos la multitud sintiendo como el volumen de la música se desvanece poco a poco, me sentía tan mareada pero aún así todo me provocaba una gracia inexplicable.

— Chicas yo... ni siquiera tome taaaanto.

Margot quita el cabello rebelde de mi rostro, siento como da pequeños toques con una pequeña esponja, parece estar arreglando mi maquillaje.

— ¿A donde vamos? — Pregunto, pues nos hemos alejado del club. — Era tan divertido... quiero volver.

Camino sin rumbo tras ellas y siento como alguien toma mi vestido por detrás regresándome a él mismo lugar en el que estaba parada hace un segundo.

— Sadie por favor. — Pido haciendo un leve puchero. — ¿Me odias? — Miro a Margot. — ¿También me odias?

Veo cómo ambas ríen con mis palabras, eso me hace sonreír, todo suena tan absurdo.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora