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Esperábamos dentro de su auto a que la lluvia cesara, había sido un largo día de estar juntos. Las gotas caían con fuerza sobre los cristales de su auto estacionado fuera de mi casa, reíamos por el hecho de haber quedado atrapados dentro de este.

— Será más difícil de lo que pensé. — Dijo mirando hacia fuera con una gran sonrisa.

— Es solo agua. — Dije sonriendo. — 

Acaricie su mejilla.

— Este es el plan. — Sonrió. — Saldré yo primero, correré de tu lado, abriré la puerta y después tu correrás conmigo cuando estés lista.

— Bill. — Reí. — Estas seguro?

Dió un rápido beso en mis labios y salió del auto, casi de inmediato su ropa estaba completamente empapada, quitó su chaqueta y abrió la puerta en mi lugar.

— ¡Corre! — Gritó riendo, haciéndome estallar en carcajadas.

Uso su chaqueta como paraguas encima de mi, nuestros pasos eran tan apresurados que caímos en el primer escalón de la puerta.

— ¿En donde están tus llaves? — Dijo mirando mis bolsillos.

— Oh no. — Reí mirando el auto. — Deje mi bolso.

Dejó su chaqueta encima de mi haciéndome quedar como un bulto en medio de la nada, podía escuchar sus risas mientras el sonido del auto se hacía presente. Sentí sus manos en mi moviéndome con delicadeza para abrir la puerta, al lograrlo me tomo con fuerza de la cintura y adentro mi cuerpo en la casa.

— Oh Dios mío. — Reí. — Tenía tanto sin reír así.

Me miró sonriendo acercándose a mis labios, uniéndonos en un beso, al separarnos recordé que tenía un obsequio para el.

— Tengo algo para ti. — Dije entusiasmada.

— Ah si? — Preguntó coqueto.

Corrí a mi habitación y saqué un pequeño estuche que contenía un anillo de oro dentro de este. Me acerqué a él nuevamente y reí emocionada.

— Ábrelo.

Me miro con ternura en sus ojos y procedió a mirar el interior del estuche.

— No debiste molestarte. — Dijo asombrado. — Es Perfecto.

Lo puso en su mano de inmediato.

— Me alegra que te haya gustado. — Me acerque a abrazarlo brevemente. — Había tantas opciones pero no sabía cuál te gustaría. — Sonreí.

— Lo que sea que venga de ti, me gustará.

Podía sentir el calor subir por mis mejillas, como era posible que tuviera tanto poder sobre mis sentimientos ?

— Ahmm — Solté, intentando cambiar el tema. — ¿My te dijo sobre el desayuno de mañana?

Pregunté, pues su madre me había contactado un par de horas antes para hacerme saber qué quería verme en el desayuno familiar.

— Sobre eso... —  Contestó nervioso. — No puedo.

— ¿Por que? — Pregunté inocentemente.

— Saldré de la ciudad. — Dijo sin mirarme. — Solo serán dos días.

— ¿A donde irás?

Mis ojos intentaban encontrar los suyos, pero el se negaba, pues se dio media vuelta y camino a la sala.

— Iré a... Los Angeles, Si... ya sabes, cuestiones de trabajo.

— Está bien. — Dije sin insistir más. — Espero todo salga muy bien.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora