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JANE

Después de dos largos días sin saber nada de Bill, mis pensamientos comenzaban a consumirme. Harry seguía aquí, no me dejo sola en ningún momento, tal vez por qué sabía que estaba a punto de perder la cabeza.
Decidí no llamar a Bill, probablemente tan sólo quería despejarse o no saber de mi por un rato, al principio fue difícil imaginarme que fuese así, pero debía tenerlo presente como posibilidad.

Escuchaba que Harry hacía llamadas en su habitación, en las cuales muchas veces llegó a repetir el nombre de Bill, pero decidí no hacer preguntas, dejar todo como estaba.

2:00 am, la hora perfecta para beber un trago. Realmente no era una persona que bebía seguido, pero me sentía tan destruída y necesitaba alguna distracción.

Un segundo antes de poder quitar el corcho en la botella, tocan la puerta.

...

BILL

Volver a Londres era solo peligro, pero no regresaría con las manos vacías. Thomas y yo decidimos volver mas encubiertos que nunca, sabíamos perfectamente que tipo de plan llevaríamos a cabo.

Llegamos a la ciudad, pero no comenzamos precisamente por buscar a James, íbamos directo al craneo del padre de Jane.

Nos estacionamos fuera del hotel en el que previamente nos habíamos hospedado, esperamos un par de minutos pues sabíamos que nos habían estado siguiendo por un par de calles, no nos tomó desprevenidos esta vez.

Un auto totalmente polarizado se estaciona detrás de nuestro taxi, bajamos de este y los hombres de dicho auto hacen lo mismo. Nos miran directamente a los ojos, pero no es como la última vez, no nos obligan a subir, tan solo nos señalan el coche para que subamos por nuestra cuenta.

Llegamos al mismo lugar en el que nos tuvieron la última vez, solo que ahora solo había una camioneta estacionada fuera. Bajamos del auto y entramos al lugar sin hacer una sola pregunta, miro a Thomas con rapidez y seguimos caminando.

— El jefe solo quiere ver al payaso. — Dice una voz ronca detrás de nosotros.

Paramos de inmediato y nos miramos de nuevo, le hago una seña que solo ambos entendemos y continúo caminando. La puerta estaba abierta por completo y solo había una luz al final del pasillo. El lugar tenía pinta de ser una fábrica abandonada, las puertas principales eran enormes al igual que el techo, así que las luces colgando de este tan solo le daban un aspecto más tétrico al lugar.

El padre de Jane camina dentro de la Luz como si fuese una película de terror, me aseguro de tener el arma cargada detrás de mi y camino con lentitud.

— Sabía que volverías. —Río por lo bajo. — Así que aquí me tienes, hagamos negocios.

— ¿Cuanto quieres? Habla.

Ningún músculo en mi cuerpo tiembla ante su presencia, de hecho, podría apostar que jamás me he sentido más rígido en toda mi vida.

— Uhh, crees que eres importante entonces?

— Te daré la cantidad que quieras, dime en donde está James.

Camina hacia mi sin borrar aquella estupida sonrisa de su rostro, sarcasmo es su segundo nombre.

— Ya te lo dije, tráeme a el heredero.

— Deja de hablar mierda, no habrá un heredero, tu hija apenas es una niña, lo sabías?

— ¿Una niña? Huh, créeme amigo, dejo de serlo hace mucho tiempo.

— Te pudrirás en el infierno, imbecil.

Sigue sonriendo de manera siniestra mirándome fijamente.

— Se que James tiene cancer, no puedes chantajearme más, no vivirá tanto tiempo como para-

—  10 millones.

Ahora soy yo quien sonríe, el dinero no era un problema.

— Hecho.

Tras dejar salir esa palabra de mi boca, el sonido de un par de tacones es escuchado al final del pasillo, una mujer de no más de 50 años se acerca a nosotros en total seriedad. Ágata, la madre de Jane.

— Así que tú eres el perro faldero de mi hija.

Sonrío de lado, no tiene ni puta idea.

— Estoy aquí para negociar, Señora Evans.

— Entonces, 10 millones fue lo que escuché?

— Así es querida. — Responde su esposo. — Pero aún no le hablo sobre nuestras condiciones.

Ambos ríen como si mi presencia sobrara en la habitación.

— Ya lo dije, pida lo que sea. — Me aseguro rápidamente de sentir la pistola en mi bolsillo trasero y continúo. — No me iré de aquí sin que lleguemos a un acuerdo.

Miro como su esposa enciende un cigarillo que él previamente acomodó en sus labios. 

— Veo que te gusta jugar al niño valiente — Dice riendo. — Perfecto, tienes dos semanas para dejar a Jane embarazada. — Se acerca a mi. — ¿Ves que no soy tan malo? Puedes comértela aunque ella no esté de acuerdo, digo, tienes el permiso de su mismísimo padre.

Mi expresión cambia, era lo más enfermo que había escuchado en mi vida. Voltea a ver a su esposa y ríen juntos, mi mandíbula se endurece y podría jurar que mi rostro estaba completamente rojo.

El sonido de dos disparos viviendo de fuera estallan en mis oídos, ambos me miran sospechosos, pero al igual que ellos, no sabía que era lo que estaba pasando.

— ¿Que fue eso? — Pregunta su esposa.

No rompo el contacto visual pues no se que son capaces de hacer si pierdo de vista sus movimientos, él se levanta de su lugar y se acerca a mi con pasos lentos. Otro disparo es escuchado, sonidos de caos comienzan a acumularse mientras nosotros solo luchamos por no romper el contacto visual, no hay espacio para la confianza con personas tan enfermas.

Tres disparos seguidos a un largo momento de silencio fue lo último que se escuchó antes de oír como alguien se acercaba a la puerta, pues la sombra debajo alertaba que había movimiento.

— ¡Habla ya! — Grita él en mi cara.

De un momento a otro me tiene acorralado contra la pared, siento mi garganta cerrarse mientras los segundos corren y lo único que puedo percibir son las risas de aquella cínica mujer. Golpeo su abdomen con una de mis rodillas y sigo intentando alejarme, al instante, un peculiar sonido nos hace para en seco.

La puerta es abierta con tardanza y mis ojos débiles se dirigen a esta, miro a Thomas sostener un arma en cada mano con una expresión distinta en su rostro.

El padre de Jane ríe como si todo esto fuese un chiste, intenta abrir su boca para decir algo pero ya es tarde, Thomas ha perforado su cráneo y el de su mujer en un mismo segundo.

— ¡Que mierda hiciste! — Grité.

Los cuerpos de ambos cayeron bruscamente en el suelo que ahora estaba repleto de sangre. Thomas me miraba intentando recuperar el aire, lanza ambas armas al suelo y dice:

— Tenemos que irnos, encontré a James.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora