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Nuevamente Lunes, conducía a la universidad una vez más, era muy temprano como para pensar en cualquier otra cosa, sabía que hoy tendría materias demasiado pesadas.

Estaciono mi auto en el mismo lugar que siempre, salgo de este y entro a la escuela, logro ver a Harry con una sonrisa de oreja a oreja desde lejos, me acerco a él para darle un abrazo.

— Hola preciosa — dice abrazándome, para después tomar un mechón de mi cabello y jalar de este, con cariño.

— Ya no me llamaste después del viernes.

El suspiro sonriendo.

— Volví a ver a Eija, pero esta vez fue algo más privado, mucho más.

Abrí mi boca sin poder creerlo, ¿como era posible?

— ¡¿Que?! C- ¿Cuando? ¿Donde? — Pregunté aún sorprendida.

— El sábado en la noche — contestó — salimos a cenar y después me invitó a su casa — sonreía como un niño pequeño.

— ¡¿Es enserio que lo dices hasta ahora Harry?!

— Quise llamarte, pero prefierí decírtelo en persona, ya sabes que esto es especial y-

— La besaste? — Lo interrumpí emocionada.

Comenzó a sonreír una vez más, bajó la mirada y después asintió riendo.

— No puede ser Harry — reí también — Esto es... quiero decir... estoy muy feliz por ti idiota — golpeé su hombro para después abrazarlo una vez más.

— Gracias linda, no sabes lo feliz que estoy.

Verlo feliz era de las únicas cosas que amaba en mi vida.

— Debo ir a clase, pero hay que vernos más tarde si?

— Claro — respondió — nos vemos.

Sacudí mi mano como despedida y comencé el camino a mi aula.

Tomé asiento al lado de Sadie, la única persona con la que hablaba después de Harry. Las demás chicas eran enfermizamente odiosas e insoportables.

— ¿Como estuvo tu fin de semana?

Pregunta Sadie, con ese tono lindo de siempre.

— Estuvo muy bien, no hice mucho, pero me he sentido muy bien — Contesté devolviéndole la sonrisa — ¿que tal el tuyo?

— Me alegra, igual yo, pero muero por tener vacaciones.

Seguimos conversando prácticamente hasta que acabo el día, era extraño como de un momento para otro podía pasar de estar rodeada de gente a estar completamente sola.

Harry no vino a casa, tampoco llamó, supuse que estaría con Eija.

Hice algunos quehaceres, tomé toda la tarde para acomodar mi habitación, limpiar la cocina etcétera. Al llegar la noche caí profundamente dormida en cuestión de segundos, había sido un día largo.

Escucho toques en la puerta principal , pero me siento lo suficientemente dormida como para bajar a abrirla. Una vez más, otra, otra y otra hasta que me digno en levantarme de la cama.
Bajo con la peor cara que un ser humano haya tenido jamás, prendí algunas luces y abrí la puerta.

Era Harry, estaba en pijama y brincaba como un idiota.

— Eres un idiota — dije molesta — ya estaba durmiendo, ¿que haces aquí? — el rió — ¿por que me asustas así a estas horas?

Levanto un papel que se encontraba en su mano y lo apunto a mi dirección.

— ¿Que? — pregunté.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora