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BILL

Una nota en el piso llama mi atención, parece ser que venía en compañía de las flores que ahora reposaban en la cocina.

"De tu eterno enamorado, Alejandro."

Miro a Jane por última vez antes de salir de la habitación, me dirijo a la biblioteca y cierro la puerta, no quiero hablarlo, no ahora.
Siento las lágrimas caer poco a poco, desesperado comienzo a respirar con lentitud, intentando entrar en estado de relajación, pero nuevamente surgen las preguntas y aquella frase que arrojó a mi se repite en mi cabeza.

"¿Te aprovechas de otras tipas vulnerables para tener sexo? Pues adivina que, conmigo no podrás jugar tus malditos juegos."

Tal vez nunca creyó en mi palabra, tal vez siempre me consideró un maldito depravado, pero si así fue, ¿Por qué me permitió tanta cercanía por tanto tiempo? ¿Por qué aceptó ser mi novia? ¿Por qué me permitió conocer más de James?

Froto mi rostro con ambas manos, no puedo adivinar las respuestas a todas estas preguntas que ahora me invaden, o tal vez si, pero no soy lo suficientemente fuerte para aceptar la realidad.


JANE

Sale de la habitación dejándome en completa soledad, miro alrededor dándome cuenta del desorden que habíamos hecho. Recojo la tarjeta del suelo y la rompo en pedazos para desecharla, al igual que los trozos de preservativos que ahora están por todo el lugar.

Comienzo a creer en su palabra, he visto a su hermano, se que tiene una forma extraña de ser, cabe en mis posibilidades que no haya sido idea de Bill. Repito la escena de hace unos minutos en mi cabeza, la forma en la que se negó a dejarme desabrochar su pantalón y como ni siquiera intento deshacerse de mi ropa, soy una idiota.

Continúo limpiando la habitación, acomodó su maleta con delicadeza, muy probablemente quiera irse lo más pronto posible, pero no lo culpo. Al terminar, me doy una ducha lenta y relajante, se que para este momento, él probablemente ya ni siquiera esté aquí, pero no dejo de pensar en lo qué pasó. Salgo del baño y tomo de la cama una playera de Bill junto a unos shorts de mi armario, necesitaba relajarme y meditar las cosas.

Abro la puerta de la habitación saliendo de esta sin hacer ruido, verifico que Bill no esté y al no encontrar rastro de él salgo sigilosamente. Preparo un poco de té relajante cantando por lo bajo "Kiss it off me", una lágrima cae por mi mejilla sin darme cuenta.

— Jane. — Escucho su voz detrás de mi.

Me estremezco y doy un leve brinco, llevo mi mano derecha al corazón y bufo.

— No hagas eso. — Digo con seriedad.

Ahora que se que sigue aquí, la tensión aumenta y no puedo concentrarme en otra cosa que no sea la discusión que tuvimos esta misma tarde.
Tomo la taza de té y camino nuevamente a la habitación, no quería lastimarlo, no más. Me sigue con la mirada y puedo sentirlo, cuando estoy a punto de pasar por su lado, siento una de sus grandes manos tocar con delicadeza mi cintura, haciéndome parar.

— No tienes idea de lo enamorado que estoy de ti, Jane.

— Lo sé. — Respondo. — Pero yo te amo, no solo quiero tu cuerpo, te quiero a ti. — Levantó mi mano y tocó su pecho con mi dedo índice, apuntándolo.

— ¿Crees que eso es lo que quiero de ti? — Me pregunta de manera calmada.

Trago con dificultad, que se supone que deba decir cuando me siento tan confundida.

— ¿Que me asegura que no es así?

Mueve su brazo de mi cintura hasta encontrarse con mi muñeca y acercar mi mano a su corazón, me hace sentir el latido de este mirándome fijamente. No puedo evitar sonrojarme, incluso con el rostro en completa seriedad.

— ¿Que más necesitas que te diga?

Tomo un respiro cansada, me acerco a él abrazándolo, su mano reposa en mi cabeza dejando caricias.

— No me gusta que pienses así, amor. — Dice balanceándome entre sus brazos.

— No quise hacerte sentir mal. — Respondí. — Pero debes entender... y... sobre la tarjeta...

— Alejandro. — Dice interrumpiéndome.

— No, no me atrae ni siquiera un poco, por favor no pienses lo contrario.

— No lo hago, pero si se atreve a mandarte flores teniendo novio no me imagino que haría si no estuviese yo aquí.

— No sabe que eres mi novio.

Ríe con cierta molestia en su voz, se aleja un poco de mi y relaja su cuerpo intentando permaneces indiferente.

— Sabes que, está bien... no puedo prohibirte...

— Es normal que las personas me envíen flores, Istvan, mi hermano murió, ¿Lo recuerdas?

— Nena....

— Necesito dormir un poco.

Dije para encaminarme a la habitación, a donde obviamente, soy seguida por él.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora