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JANE

2:00 am, la hora perfecta para beber un trago. Realmente no era una persona que bebía seguido, pero me sentía tan destruída y necesitaba alguna distracción.

Un segundo antes de poder quitar el corcho en la botella, tocan la puerta. Me encamino a esta sin ánimos, intento mirar por el pequeño orificio, lo cual es inútil pues noto que está siendo tapado desde el otro lado.

Abro sin cuidado y miro a Bill parado frente a mi, como niña pequeña corro a sus brazos y comienzo a besar sus labios, la preocupación sale de mi cuerpo al sentirlo cerca.

— Bill.... — Digo aspirando su perfume. — ¿En donde estuviste?

Toma mi rostro entre sus manos y deja un suave beso en mi frente, la expresión en su cara es seria, más no fría, se ve afligido.

— Nena, tenemos que hablar. — Dice guiándome dentro de la casa.

Cierra la puerta y sin soltar mi mano me guía a la estancia. Harry sale de la habitación intentando acomodar la chaqueta en su cuerpo y saluda a Bill con un fugaz levantamiento de ambas cejas, me mira y dice:

— Nos vemos Jane.

— Adiós. — Digo brevemente.

Está a segundos de salir pero mi corazón me ordena decirle una última cosa.

— Harry.

Para y volte a verme.

— ¿Si?

— Te amo, lo sabes.

Sonríe de oreja a oreja y después pasa su vista a Bill, quien observa la escena atento, aún con nuestras manos unidas.

— Yo a ti Jane, pase lo que pase.

Sale de la casa y es escuchado el sonido de su auto siendo encendido.

— ¿Estás bien? — Me dirijo a Bill.

— Lo estoy. — Sonríe. — Pero necesito hablar contigo.

— Bien, dime.

Por alguna razón no imaginaba de que podría tratarse esta conversación, se veía un poco tenso, pero yo me sentía tranquila.

— Encontré a James.

El mundo entero se paró en un solo segundo.

— Bill, que hiciste?

Fui levantándome poco a poco de mi lugar mientras el hacía lo mismo, imitaba mi acción pues parecía querer tranquilizarme, algo evidentemente imposible.

— ¿Que hiciste? — Repito angustiada.

— Tranquila, Si? Te explicaré todo, pero necesito que te sientes y me escuches, esta bien? Te traeré un poco de agua.

Intentó zafarse de mi agarre pero no lo permití, tenía que decirme que era lo que estaba pasando de una maldita vez, antes de que perdiera la cabeza.

— No. — Sostuve su muñeca con fuerza. — Dime que está pasando, ahora.

Sus grandes ojos me miran extrañados, vuelve a su posición inicial y con delicadeza hace que ambos nos sentemos en el sofá.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora